Cómo hacer Frente al Ajetreo Diario

¿Se siente agobiado por todo lo que tiene que hacer? Trabajas más de lo que puedes?

Descubre con estas siete recomendaciones como liberarte y hacer frente al ajetreo diario:

cansado, ajetreo, descanso, dormir, trabajo, ocio

Dana y Jim Calderbank llevan una vida muy ajetreada. A las 5 de la mañana, Dana comienza su jornada, que es casi jornada de malabaristas, pues debe cumplir con sus funciones de esposa, madre y empleada. Una hora después, cuando ella sale a su lugar de trabajo, Jim se levanta y despierta a sus dos hijos. A las 7:30 deja  a los chicos en la escuela y se va luego a la agencia de automóviles de la que es gerente.

Durante las siguientes 12 horas, los Calderbank trabajan intensamente en la oficina, llevan a su hija a la clase de piano, y a su hijo a la práctica de futbol. Y, al menos una tarde a la semana, Jim dirige el grupo de exploradores al que pertenece su hijo.

Los sábados y los domingos, la familia asiste a la iglesia, asea la casa y corta el césped. Dana también hace las compras y prepara la comida para la semana siguiente. “Por más que nos esforzamos y planeamos las cosas”, se queja, “nunca nos alcanza el tiempo para cumplir con todos nuestros compromisos”.

Mucha gente se afana día tras día por realizar lo que, en su opinión, se espera de ella. Una encuesta reciente dejó ver que aun buen número de personas les gustaría que el día tuvieras más horas porque, tal como estás las cosas, les resulta muy difícil llevar a cabo sus actividades.

Esto desgasta física, mental y emocionalmente al individuo. “La tensión crónica – como la que ocasiona la sensación de haber perdido el control de la vida – puede elevar la presión arterial, causar desequilibrios hormonales e incluso, en casos extremos, provocar una cardiopatía”, advierte David Jenkins, estudioso de los efectos del estrés.

Si usted tiene la impresión de haber perdido el control de su vida diaria, no se desespere. Es posible aprender a sobrevivir a las presiones cotidianas. A continuación le damos siete consejos que lo ayudarán a salir adelante:

1. Esté preparado.

Comience la mañana haciendo una lista de las cosas que debe realizar durante el día. Procure que la lista sea accesible. Resérvese para cada tarea más tiempo del que crea necesaria, y deje espacio suficiente para cualquier eventualidad.

Ken y Daria Dolan, expertos en  finanzas personales, participan en un programa de radio, escriben para una revista y para un boletín mensual y, encima, dirigen seminarios. Con los años, han aprendido a asignarles tiempo adicional a cada una de sus actividades de su tupida agenda.

“Tratamos de adelantarnos a los horarios”, explica Ken. “A la 1:06 de la tarde salimos al aire. Si una tarde tenemos programada una sesión especial en la radio, hacemos todo lo posible por grabarla antes de las 10 de la mañana. De esa manera, si llega a ocurrir un imprevisto – por ejemplo, que no se presenten los invitados a la entrevista –, estamos preparados”.

2. Salga de los atolladeros.

La gente no se atasca cuando tiene demasiados asuntos que atender, sino cuando intenta atender todos al mismo tiempo. En esos casos casi nunca terminan nada y, en consecuencia los pendientes se quedan en la lista. Quien se ocupa de un asunto a la vez, experimenta la satisfacción de llevas a cabo las cosas. Y produce más.

Una noche en que me sentía totalmente frustrada, le dije, angustiada, a mi esposo:

— Tengo cinco proyectos por delante, y todos urgen. ¿Por dónde empezare?

— Escoge uno. El que sea –me aconsejo–. Y empieza por ese.

Su consejo seria simplista, pero funcionó. Desde entonces, hasta me divierto con esto. Siempre que mi lista de pendientes contiene demasiados puntos prioritarios, señalo uno a ojos cerrados. Por asombroso que parezca, una vez concluida la primera tarea, mi mente se despeja y entonces puedo decidir con cual  voy a continuar.

El psicólogo Paul Hauck recomienda otra técnica, la cual consiste en dividir una actividad grande en varias pequeñas, más fáciles de manejar. “Cualquiera puede hacer algo”, afirma, “aunque sólo disponga de unos minutos”.

Elabore una relación de las tareas que puede llevar a cabo en sus ratos libres. A donde quiera que vaya, lleve material de lectura, un cuaderno y una pluma, y quizá una carta que deba contestar o una cuenta por pagar. Así, probablemente resienta menos el tiempo de espera en el consultorio del dentista.

3. No pretenda ser perfecto.

A un perfeccionista le resulta difícil hacer las cosas con presteza. “Como se afanan por realizar todo a la perfección”, asevera Stephanie Culp, asesora en administración del tiempo, “en realidad logran muy poco. La búsqueda de la perfección consume una enorme cantidad de tiempo y energía”.

¿Cómo sabe uno si es perfeccionista? “Intente pegar un timbre postal en un sobre arrugado”, dice la señora Culp. “Un perfeccionista difícilmente lo haría”. Esta prueba, aunque parezca trivial, es muy reveladora. Los perfeccionistas no distinguen entre lo importante y lo no importante.

Si usted es perfeccionista, trate de reservarse un tiempo razonable para concluir sus tareas, como redactar una carta de negocios o planchar una camisa. Y aténgase a ese límite.

4. Sepa decir no.

Si el exceso de obligaciones lo tiene abrumado, quizá nunca pueda dedicarse a las actividades que más le complacen. Harry Upton, por ejemplo, tuvo que aprender a decir no. Hace cuatro años estaba echando a andar su compañía farmacéutica al mismo tiempo que trabajaba en un puesto oficial. Viendo que aumentaban las presiones por el lanzamiento de la compañía y el manejo de sus responsabilidades como funcionario, se percató de que cada vez convivía menos con su esposa y sus tres hijos. “Había contraído demasiados compromisos”, recuerda. “A alguno de ellos tenía que renunciar. Y, dado que mi familia y mi negocio eran lo primero, resolví dejar mi empleo de funcionario”.

5. Ponga en orden sus papeles.

Con tantos papeles, a veces no sabe uno qué debe tirar a la basura. “Hay gente que en su casa guarda artículos periodísticos, recetas, documentos escolares, catálogos…”, señala la señora Culp. “En la oficina, guardan cartas viejas, memorandos, legajos… Mis clientes siempre me preguntan: ¿Y si un día los necesito? Yo les contesto: ¿Y si jamás los necesita?”

Hace siete años,  Steve y Tarra Zaragoza dirigían su nueva compañía de limpieza comercial desde su casa, la cual, por contar solamente con tres habitaciones, se encontraba atestada de papeles.

Hoy en día, los Zaragoza atienden su negocio exclusivamente en la oficina, y ya no hay papeles regados por toda su casa.

Cuando llega la correspondencia, Tarra la clasifica de inmediato en varias categorías: para contestar, para pagar, para archivar y para leer y tirar. Y todos los viernes por la tarde vacía religiosamente la caja de cartas “para archivar”. “Ahora me tardo mucho menos en mantener el archivo al día que antes en buscar las cuentas perdidas”.

6. Pida ayuda.

Algunas personas se resisten a buscar ayuda porque creen erróneamente que denota falta de capacidad para encargarse de sus asuntos. En realidad, tanto quienes piden ayuda como quienes la prestan estrechan los lazos de amistad y aligeran su carga.

Identifique en orden de importancia las tareas que deja para después, y luego busque a alguien que le pueda echar una mano. Loren y Andrea Mattingly les compraron a sus hijos un  equipo de juegos muy grande y complejo, pero no sabían montarlo. “Te apuesto a que esta caja contiene por lo menos 2000 piezas de madera”, le dijo Andrea a su esposo.

Loren le habló a un amigo, quien de inmediato se ofreció a encargarse del asunto.

— Es lo menos que puedo hacer – respondió el hombre – después de que ustedes nos ayudaron con nuestros impuestos en marzo pasado, porque no podíamos pagar a un profesional.

Le llevo un día montar el equipo.  “Nosotros habríamos tardado meses enteros. Ayudándonos mutuamente, todos salimos ganando”, señala Andrea.

7. Resérvese tiempo para usted.

Por ocupado que este, apiádese de sí mismo. Por anda del mundo deje de comer alimentos nutritivos, hacer ejercicio y dormir bien para seguir siendo productivo. Además, dedique un día a la semana a descansar o a alguna actividad que le permita recargar sus baterías. “Los domingos no hago nada que huela a trabajo”, afirma Daria Dolan. “de esa forma, los lunes estoy como nueva”.

También conviene tomarse un rato libre cada día. Peggy O´Donnell, madre de dos niños y enfermera en una sala de urgencias, se procura breves descansos para menguar la presión de tratar con enfermos y moribundos. “Cuando me agobia la tensión, le pido a alguien que me supla durante diez minutos mientras doy un paseo alrededor del edificio”, explica. “Al finalizar la jornada, camino un rato para despejarme la cabeza antes de regresar a casa a atender a mi familia”.

Haga una lista de las cosas que le agradan, como hablar por teléfono con su hermana o resolver crucigramas. Luego, cuando necesite tomarse un respiro pero esté demasiado aturdido para pensar en alguna actividad, seleccione una de la lista.

Para hacer frente al ajetreo diario, acaso deba cambiar sus hábitos. Pero a cambio de ello se aligerara su tensión, mejorara su salud y tendrá la sensación de haber cumplido con pendientes.