Mejore su Matrimonio en 30 Días

Aun en los mejores matrimonios, surgen dificultades y diferencias. Este plan está diseñado para ayudarle a identificar esos problemas, tener una comunicación más eficaz y encontrar soluciones que permitirán a usted y a su cónyuge sentirse mejor acerca de ustedes mismos… y de su matrimonio.

Para empezar, usted y su cónyuge deben contestar, por separado, las siguientes preguntas, en seis asuntos clave:

1. Salud. ¿Tiene problemas de salud? ¿Duerme bien? ¿Pesa más de lo debido? ¿Le agrada su apariencia? ¿Le preocupa la salud de su cónyuge?

2. Sexo y emociones. ¿Encuentra apoyo emocional en su pareja? ¿Puede expresar sus necesidades sexuales? ¿Es capaz de exteriorizar su ira y frustración?

3. Amistades y parientes. ¿Siente aceptación entre los familiares de su cónyuge? ¿Trata demasiado, o demasiado poco a algunos parientes? ¿Tiene cada uno de los dos sus propias amistades? ¿Se llevan bien, como pareja, con otras personas? ¿Dedica suficiente tiempo a su persona?

4. Quehaceres domésticos. ¿Le disgustan los quehaceres domésticos? ¿Comparten estas tareas? ¿Son realistas sus normas de limpieza?

5. Economía. ¿Sabe cuánto dinero tienen y en qué está invertido? ¿Aprueba la forma en que su cónyuge gasta el dinero? ¿Cree necesitar la aprobación de su cónyuge para gastar dinero? ¿Ha discutido con su cónyuge el futuro económico de ambos?

6. Religión. ¿Le parece importante practicar una religión? ¿Toma en cuenta su cónyuge esta necesidad? ¿Considera una obligación estar de acuerdo con las creencias religiosas de su cónyuge?

matrimonio, pareja, boda, amorDespués de haber anotado todas las respuestas, procure señalar los problemas que le parezcan irresueltos, ya sean personales o relacionados con su matrimonio. Haga una lista de estas cuestiones en cada categoría.

Ahora compare sus notas con las de su cónyuge y escojan juntos un problema de cada categoría que ambos quieran resolver primero. Luego, elijan un día para concentrarse en resolver cada problema. El lunes, por ejemplo, pueden hablar del problema económico; el martes, de la salud; y así, sucesivamente. Ajústense a este programa durante las cuatro semanas completas. No discutan ninguna de estas cuestiones los domingos.

Compartan sus sentimientos. Al tratar cada problema, no intenten resolverlo aún. No intenten ni siquiera señalar quién tiene la culpa o a quién asiste la razón. Sólo saquen a relucir sus sentimientos.

Reserven cierto tiempo de cada día, cuando usted y su cónyuge estén solos y libres de distracciones. Procuren ser tan precisos y sinceros como puedan.

Es necesario ser específico. En vez de decir: “Nunca me ayudas a lavar los trastos”, es posible que les parezca más exacto un comentario como: “Yo me enojo porque lavas los platos sólo una vez por semana”. Algunas frases con buen principio son “Me gustaría. . “Creo que necesito más. . .”, “Extraño hacer tal cosa. . “Me gusta cuando tú. .

Considere satisfactoria la sesión si usted y su cónyuge encuentran por lo menos una marcada discrepancia. No obstante, eviten las discusiones. No se acusen con frases como “Tú tienes la culpa de..“Si no hubieras. . o “En realidad, deberías. .No empleen el sarcasmo para expresar su disgusto.

Escuche lo que dice su cónyuge. No permita que los pensamientos propios se desvíen hacia lo que va a replicar. Preste atención a las ideas de su pareja y procure descubrir, también, las emociones que ocultan. Si el marido declara que está preocupado por el trabajo, la esposa no debe decirle que está muy nervioso, sino tener consideración a esos sentimientos. Si ella comenta que se enoja cuando el cónyuge llega tarde, él debe suprimir la protesta de que ella no tiene derecho a reaccionar así. No tiene nada que ver el que ella “deba” enojarse o no. El hecho de que está disgustada es lo que cuenta.

Al ventilar los problemas, incluyan los aspectos fuertes del matrimonio, que den por sentados. Es benéfico reconocerlos y hablar de cómo pueden reforzarse estos elementos constructivos. Por otra parte, eviten abordar demasiados problemas graves en una sola semana. Resolver las dificultades mínimas ayudará a enfrentarse de manera mucho más eficaz a las de mayor peso.

He aquí algunos consejos: No se sienten en los lados opuestos de la mesa, o en posiciones de adversarios. Deben sentarse uno al lado del otro. Al hablar, fijen la vista en el cónyuge. Tomen la palabra por turno, sin interrumpirse uno al otro. Repita en voz alta los temas que haya expuesto su cónyuge, para verificar que los ha entendido bien. No cambie de tema. Discuta un solo tema en cada ocasión. Evite dar consejos. Y no tema hablar de algún problema muy grave, como el abuso del alcohol. Si surge un tema de esta especie, es importante ser absolutamente francos al respecto.

Al final de la primera semana, usted y su cónyuge ya deben haber comprendido con claridad qué sienten acerca de los seis problemas considerados. Con sólo hablar de ellos, ya habrán avanzado mucho.

“Lluvia de ideas”. El objetivo consiste en hallar la solución de cada problema discutido durante la Semana 1. Se debe seguir el mismo programa señalado antes: si el lunes trataron los sentimientos referentes a un problema económico, este segundo lunes deberán hablar de la solución a dicho problema.

Al principio, no se preocupen por ser prácticos. Déjense llevar por la creatividad. ¡Diviértanse! Sean imaginativos. Cualquier solución, por absurda que se antoje, puede resultar útil. Por ejemplo, si ambos creen que nunca pasan juntos suficiente tiempo, pueden dar rienda suelta a la fantasía de renunciar a sus empleos y mudarse a otra región. Esto podría inspirarles la idea de salir de excursión, solos, cada fin de semana, en vez de visitar a sus amistades o parientes.

Descubra los hechos. Llegó el momento de determinar qué ideas dadas en la Semana 2 son viables. Para lograrlo, necesitan reunir la información para hacer que en realidad funcionen las soluciones. Si ambos quieren adelgazar, busquen un programa de dietas y ejercicios que los dos puedan cumplir. Si desean ampliar la casa, empiecen a telefonear a los contratistas para obtener presupuestos.

Luego, cada noche, compartan la información que hayan recabado, y analicen las soluciones hasta el mínimo detalle: cuánto costará, quién hará qué, cuánto tiempo durará, para cuándo se deben esperar los resultados.

Las soluciones requieren de un pacto. Si el marido acepta tirar a la basura el montón de periódicos viejos que guarda, la mujer puede prometer, por ejemplo, que jamás sacará los palos de golf del armario del vestíbulo. Si la esposa accede a no reñir porque su marido ve demasiados partidos de fútbol por televisión, él puede comprometerse a invitarla a salir a cenar con más frecuencia.

Recuerden que hay cuatro maneras de zanjar las diferencias: 1. La esposa gana, el marido pierde. 2. El marido gana, la mujer pierde. 3. Se divorcian. 4. Llegan a un trato.

Una vez que estén de acuerdo en las ideas prácticas, accesibles y aceptables para ambos. . . ¡prepárense para actuar!

¡Manos a la obra!

Después de haber hecho un trato, cúmplanlo al pie de la letra. Inicien las dietas y los programas de ejercicios, llamen por teléfono al amigo a quien no han visto en años, abran la cuenta de ahorros. . . ¡Actúen en seguida!

Inevitablemente, habrá días en que se relajará la disciplina. Si no puede usted apegarse al plan de acción, por lo menos mantenga abierta la comunicación. Reserve tiempo para hablar con su cónyuge y buscar la forma de volver al buen camino.

No obstante, si uno o ambos cónyuges están eludiendo cierto proyecto, es probable que las etapas previas no se hayan cumplido bien. Vuelvan al principio, y empiecen de nuevo.

Y, si han realizado todas sus metas, revisen las notas que tomaron al principio de la Semana 1. ¿Qué problemas persisten, que ahora están preparados para atacar? Este plan de cuatro semanas es un proceso que se puede renovar incontables veces. Y, al hacerlo, su matrimonio se fortalecerá, se tornará más dichoso y más gratificante para ambos.