Una Persona Influyente Escucha a los Demás

Los grandes líderes reconocen como algo indispensable para su habilidad para influir a otros y que tengan éxito. ¿Sabe cuál es? La habilidad de escuchar. Para tener una buena comunicación con las personas es importante que aprendamos a escucharlas y hablar en su debido momento. 

Edgar Watson Howe bromeó en una ocasión: «Ningún hombre le escucharía hablar de no saber que luego tendrá su turno». Por desgracia, eso describe precisamente la manera en la cual demasiadas personas utilizan la comunicación, están demasiado ocupados esperando su turno para escuchar verdaderamente a otros. Pero las personas influyentes entienden el increíble valor de convertirse en un buen oyente. Por ejemplo, cuando Lyndon B. Johnson era un joven senador de Texas, mantenía un cartel en su oficina que decía:

No aprendes nada cuando eres el único que habla.

Y Woodrow Wilson, el vigésimo octavo presidente estadounidense, dijo en una ocasión: «El oído del líder debe zumbar con las voces del pueblo».

La habilidad de escuchar de manera diestra es una clave para lograr influir a otros. Hallamos que escuchar ofrece los siguientes beneficios, considérelos:

Escuchar muestra respeto

persona influyente, escucha a los demás, oyente, comunicación, dialogo, platicaLa sicóloga Joyce Brothers afirmó: «Escuchar, no imitar, podría ser la forma más sincera de adular». Cuando uno no le presta atención a lo que otros tienen que decir, les dice que no los valoriza. Pero cuando escucha a los demás, expresa respeto. Aun más, les muestra que está interesado. Paul Tillich, el teólogo y filósofo nacido en Alemania, comentó: «El primer deber del amor es escuchar».

Un error que las personas cometen con frecuencia al comunicarse es esforzarse mucho en impresionar a la otra persona. Intentan aparentar ser inteligentes, cómicos, o entretenidos. Pero si desea relacionarse bien con los demás, tiene que estar dispuesto a enfocarse en lo que tengan que ofrecer. Impresiónese e interésese, no sea impresionante e interesante. El poeta Ralph Waldo Emerson reconoció: «Cada hombre que conozco es en cierta medida mi superior, y puedo aprender de él». Recuerde eso y escuche, y las líneas de comunicación realmente se abrirán.

Escuchar construye relaciones

Dale Carnegie, autor de Cómo ganar amigos e influir en la gente, aconsejó: 

Puede ganar más amigos en dos semanas, convirtiéndose en buen oyente, que en dos años tratando de hacer que otros se interesen en usted.

Carnegie tenía un increíble don para las relaciones. Reconoció que las personas enfocadas en sí mismas y que todo el tiempo hablan sobre ellos y sus intereses raras veces desarrollan relaciones fuertes con otros. David Schwartz señaló en La magia de pensar en grande: «La gente grande monopoliza el proceso auditivo. La pequeña el habla».

Al convertirse en un buen oyente, puede conectarse con otros a más niveles y desarrollar relaciones más fuertes y profundas porque satisface una necesidad. El autor C. Neil Strait indicó que «todo el mundo necesita a alguien que realmente lo escuche». Cuando uno se convierte en ese oyente importante, ayuda a esa persona. Y da un paso significativo para convertirse en una persona influyente en su vida.

Escuchar aumenta el conocimiento

Wilson Mizner dijo: «Un buen oyente no solo es popular en todas partes, después de un tiempo sabe algo». Sorprende cuánto puede aprender de sus amistades y familia, su trabajo, la organización en la cual trabaja, y usted mismo al decidirse a escuchar verdaderamente a otros. Pero no todos se sintonizan con este beneficio. Por ejemplo, escuchamos un relato sobre un jugador profesional de tenis que le daba una lección a un estudiante nuevo. Luego de ver al novicio golpear la pelota varias veces, el profesional lo detuvo y le sugirió maneras en las cuales podía mejorar su técnica. Pero cada vez que lo hacía, el estudiante lo interrumpía y le ofrecía su opinión respecto al problema y cómo debía solucionarse. Luego de varias interrupciones, el profesional comenzó a asentir con su cabeza.

Cuando la lección terminó, una mujer que observaba le dijo al profesional: «¿Por qué siguió con las estúpidas sugerencias de ese hombre arrogante?» 

El profesional se sonrió y respondió: «Hace tiempo que aprendí que tratar de venderle verdaderas respuestas a alguien que simplemente desea comprar ecos es una pérdida de tiempo».

Tenga cuidado y no se ubique en una posición en donde piense que conoce todas las respuestas. Siempre que lo haga, se ubicará en el peligro. Es casi imposible creerse «el experto» y continuar creciendo y aprendiendo al mismo tiempo. Todos los grandes aprendices son grandes oyentes.

Un problema común de las personas, a medida que adquieren más autoridad, es que muchas veces escuchan menos, sobre todo a los que les reportan. Aunque es cierto que mientras más uno sube, menos forzado se ve a escuchar a otros, también es cierto que aumenta su necesidad de buenas destrezas auditivas. Mientras más se aparta del frente de batalla, más tiene que depender de otros para obtener información confiable. Solo si desarrolla buenas destrezas auditivas temprano, y continúa utilizándolas, podrá reunir la información que necesita para tener éxito.

Mientras avanza en la vida y llega a tener más éxito, no pierda de vista su necesidad de seguir creciendo y mejorándose. Y recuerde, un oído sordo es evidencia de una mente cerrada.

Jamás sabrá cuán cerca está de una idea millonaria a menos que se disponga a escuchar.

Escuchar genera ideas

Las ideas frescas e innovadoras nos ayudan a encontrar nuevas maneras de solucionar viejos problemas, para generar nuevos productos y procesos que mantengan nuestras organizaciones creciendo, y continuar creciendo y mejorándonos a nivel personal. Plutarco, de la antigua Grecia, afirmó:

Aprenda cómo escuchar, y se beneficiará hasta de aquellos que hablen mal.

Cuando pensamos en compañías innovadoras que jamás parecen quedarse sin ideas, inmediatamente pienso en 3M. Esa compañía parece desarrollar nuevos productos más rápido que cualquier otro fabricante. La organización tiene la reputación de ser receptiva a las ideas de los empleados y a escuchar a los clientes. Es más, un representante de 3M dijo que el recurso número uno de ideas para productos son las quejas de los clientes.

Las buenas compañías tienen la reputación de escuchar a su gente. Los restaurantes Chili’s, una de las cadenas de restaurantes mejor administradas de la nación según la revista Restaurants and Institutions [Restaurantes e instituciones], también son conocidos por esa cualidad. Casi 80 por ciento de su menú proviene de sugerencias de los gerentes de unidades.

Un buen consejo para las compañías también lo es para los individuos. Cuando uno escucha coherentemente a otros, jamás sufre por no tener ideas. A las personas les encanta contribuir, sobre todo cuando su líder los hace partícipes del crédito. Si le da oportunidades a las personas para que expresen sus pensamientos, y los escucha con receptividad, siempre habrá un flujo de ideas nuevas. Y aunque oiga algunas poco útiles, escucharlas simplemente puede encender otros pensamientos creativos en usted y en otros. Jamás sabrá cuán cerca está de una idea millonaria a menos que esté dispuesto a escuchar.

Escuchar edifica lealtad

Algo gracioso sucede cuando uno no suele oír a la gente. Ellos encuentran a otros que lo hagan. Siempre que los empleados, cónyuges, colegas, niños, o amistades no creen que los escuchan, buscan personas que les den lo que desean. Algunas veces las consecuencias pueden ser desastrosas: el final de una amistad, la falta de autoridad en el trabajo, la reducción de la influencia paternal, o el rompimiento de un matrimonio.

Por otro lado, practicar buenas destrezas auditivas atrae a las personas a usted. Karl Menninger, siquiatra, autor, y uno de los iniciadores de la Fundación Menninger, dijo: «Las amistades que nos escuchan son las que nos atraen, y queremos sentarnos a su alrededor». A todo el mundo le encanta un buen oyente y se sienten atraídos a ella o él. Y si escucha coherentemente a otros, valorizándolos por lo que tienen que ofrecer, es probable que desarrollen mucha lealtad hacia usted, aun cuando su autoridad con ellos sea informal o extraoficial.

Escuchar es una gran manera de ayudar a otros y a sí mismo

Roger G. Imhoff urgió: «Permita que otros confíen en usted. Es posible que no lo ayude, pero ciertamente los ayudará a ellos». A primera vista, escuchar a otros parecerá que solo los beneficia a ellos. Pero cuando se convierte en un buen oyente, se ubica donde usted mismo puede ayudarse. Usted adquiere la habilidad de desarrollar relaciones fuertes, reunir información valiosa, y aumentar su entendimiento de otros y de sí mismo.

LO QUE COMÚNMENTE IMPIDE QUE ESCUCHEMOS

Poca gente alcanza su potencial en lo que se refiere a escuchar. Si no es tan diestro escuchando como quisiera, lo primero que tiene que hacer es mejorar su habilidad para detectar lo que generalmente impide que escuchemos:

Exagerar el valor del habla

Cierta vez un cómico describió oír como algo «compuesto de las rudas interrupciones entre mis exclamaciones». La actitud de muchas personas en cuanto a escuchar concuerda con esa declaración más de lo que quisieran reconocer. Por ejemplo, si le preguntara a seis personas cómo mejorarían sus destrezas de comunicación, la mayoría describiría la necesidad de llegar a ser más convincente o agudizar sus destrezas de oratoria. Pocos citarían el deseo de escuchar mejor.

La mayoría de las personas exageran el valor de hablar y menosprecian el oír, aun aquellos en trabajos relacionados con personas, como las ventas. Pero la verdad es que la comunicación efectiva no es la persuasión. Es escuchar. Piense en ello: Nadie jamás perdió una venta por escuchar.

Los buenos comunicadores saben cómo vigilar su promedio de hablar y escuchar. El presidente Abraham Lincoln, considerado como uno de los líderes y comunicadores más efectivos en la historia de nuestra nación, dijo: «Cuando me estoy preparando para razonar con un hombre, me paso un tercio de mi tiempo pensando en mí y lo que voy a decir, y dos tercios pensando en él y lo que va a decir». Ese es un promedio a seguir. Escuche el doble de lo que hable.

Falta de enfoque

Para algunos, especialmente los que tienen mucha energía, detenerse lo suficiente como para escuchar puede ser desafiante. La mayoría de las personas tiende a hablar unas 180 palabras por minuto, pero pueden escuchar unas 300 a 500. Esa disparidad puede crear tensión y hacer que el oyente se desenfoque. La mayoría de las personas tratan de llenar esa brecha en la comunicación buscando otras cosas qué hacer, como soñar despierto, pensar en su itinerario diario o repasar mentalmente su lista de cosas por hacer, o mirar a otras personas. Se parece a lo que hacemos cuando manejamos un auto. Es raro que solo miremos la carretera y no hagamos más nada. Usualmente miramos el paisaje, comemos y bebemos, hablamos, o escuchamos la radio.

Sin embargo, si desea convertirse en mejor oyente, necesita aprender a dirigir esa energía y atención positivamente concentrándose en la persona con quien está. Observe el lenguaje corporal. Mire los cambios en la expresión facial. Vea los ojos de la persona. El experto en administración Peter Drucker señaló: «Lo más importante en la comunicación es escuchar lo que se dice». Si gasta su energía adicional observando a la persona minuciosamente e interpretando lo que dice, sus destrezas auditivas mejorarán en forma dramática.

La fatiga mental

El antiguo presidente Ronald Reagan contó un relato gracioso de dos siquiatras, de diferente edad. Cada día llegaban al trabajo inmaculadamente vestidos y alertas. Pero al final del día, el más joven estaba agotado y desordenado mientras que el mayor estaba tan fresco como nunca.

—¿Cómo haces?—finalmente le preguntó el siquiatra más joven a su colega—. Siempre estás tan fresco luego de escuchar pacientes todo el día.

—Es fácil. Jamás escucho—replicó el otro.

Siempre que escuche a otros durante extensos períodos de tiempo, el efecto puede ser fatigador. Cualquier tipo de fatiga mental puede afectar negativamente su habilidad para escuchar.

Oímos un relato de una mujer de ochenta y nueve años con problemas auditivos, que visitó a su médico, y este, luego de examinarla, dijo: «Ahora tenemos un procedimiento que puede corregir su problema auditivo. ¿Para cuándo quisiera la operación?»

«No va a haber ninguna operación porque no quiero que corrijan mi sentido auditivo» dijo la mujer. «Tengo ochenta y nueve años, ¡ya escuché bastante!»

Si está cansado de enfrentar circunstancias difíciles, recuerde que para seguir siendo un líder efectivo, tiene que desenterrar más energía, concentrarse, y continuar enfocado.

Los estereotipos

Estereotipar a otros puede ser una enorme barrera para escuchar. Tiende a hacer que escuchemos lo que esperamos en lugar de lo que dice el otro realmente. La mayoría de nosotros piensa que no caemos en esta trampa, pero en cierta medida todos lo hacemos. Lea la siguiente lista cómica de quebrantadores de estereotipos de un fragmento llamado «Cosas que me gustaría escuchar, pero no las oigo» creada por David Grimes. Si jamás espera escuchar ninguna de estas cosas de las personas nombradas, entonces puede ser culpable de estereotipar:

De mi mecánico automotriz:

«Esa pieza es mucho menos cara de lo que pensé».

«Puede reparar eso por mucho menos costo en el taller que sigue».

«Simplemente era un cable suelto. No cuesta nada».

De un dependiente:

«La caja registradora computarizada no está funcionando. Simplemente voy a sumar sus compras con lápiz y papel».

«Voy a tomar mi receso después que termine de atender estos clientes».

«Lamento haberle vendido mercancía defectuosa. Vamos a recogerla en su hogar y traerle una nueva o devolverle el dinero, lo que prefiera».

De un contratista:

«Quien haya trabajado en esto antes ciertamente sabía lo que hacía».

«Creo que le ofrecí un estimado demasiado alto».

Del dentista:

«Creo que está usando mucho el hilo dental».

«No le preguntaré nada hasta que le saque el palillo de la boca».

De un camarero:

«Creo que es presuntuoso que un camarero ofrezca su nombre, pero ya que lo pregunta, el nombre es Tim».

«Fui lento y poco atento. No puedo aceptar ninguna propina».

Estas declaraciones son capciosas. Y también son un recordatorio de que es mala idea estereotipar a los demás. Siempre que trate a las personas estrictamente como miembros de un grupo en vez de individuos, puede meterse en problemas. Así que cuídese. Si habla con la gente y piensa que son tontos ocupados en computadoras, típicos adolescentes, rubias bobas, el tipo de ingeniero tieso, o algún otro representante de un grupo, en vez de personas individuales, cuídese. Es posible que realmente no esté escuchando lo que tengan que decir.

La carga emocional personal

Casi todo el mundo tiene filtros emocionales que le impiden escuchar ciertas cosas que otros tienen que decir. Sus experiencias, tanto positivas como negativas, colorean la manera en la que ve la vida y moldea sus expectativas. Y las particularmente fuertes, como los traumas o incidentes de la niñez, pueden hacer que tienda a reaccionar así mismo siempre y cuando se perciba en una situación parecida. Como dijera Mark Twain en una ocasión: «Un gato que se sienta en una estufa caliente jamás volverá a sentarse en una así. Tampoco se sentará en una fría. De ahí en adelante, a ese gato simplemente no le gustarán las estufas».

Si jamás resuelve sus fuertes experiencias emocionales, es posible que filtre lo que otros digan mediante esas experiencias. Si anda preocupado con ciertos temas, si uno en particular lo pone a la defensiva, o si frecuentemente proyecta su punto de vista en otros, es probable que tenga que resolver sus asuntos antes de que pueda convertirse en un líder efectivo.

Sigmund Freud afirmó: «Un hombre con dolor de dientes no puede estar enamorado», indicando que ese dolor no le permite percatarse de ninguna otra cosa que de él. Igualmente, siempre que una persona tenga algo por resolver, las palabras de otros se ahogarán en el transcurso.

El egocentrismo

Tal vez la barrera más formidable para escuchar es la obsesión consigo mismo. Hace muchos años vimos un drama televisivo que ilustra este punto muy bien. Un esposo miraba la televisión, y su esposa trataba de involucrarlo en una conversación:

ESPOSA:

Querido, el plomero no pudo llegar a tiempo para reparar la gotera en el calentador.

ESPOSO:

Anjá.

ESPOSA:

Así que la tubería estalló y se inundó el sótano.

ESPOSO:

Cállate. Es el tercer tiempo y van a llegar a la meta.

ESPOSA:

Parte del alambrado se mojó, y Tribilín casi se electrocutó.

ESPOSO:

Oh, no, hay un hombre disponible. ¡Tírala! Anotó.

ESPOSA:

El veterinario dice que se mejorará en una semana.

ESPOSO:

¿Puedes darme algo de comer?

ESPOSA:

El plomero al fin vino y se alegró porque como nuestra tubería se rompió ahora puede costearse las vacaciones.

ESPOSO:

¿Acaso no oyes? ¡Dije que tenía hambre!

ESPOSA:

Y, Javier, te voy a dejar. El plomero y yo vamos a volar a Acapulco por la mañana.

ESPOSO:

¿Puedes dejarte de habladurías y darme algo de comer? Aquí el problema es que nadie me escucha jamás.

Si no le importa más nadie que usted, no escuchará a otros. Pero lo irónico es que cuando no escucha, el daño que se hace definitivamente es mayor que el que le hace a los demás.

CÓMO DESARROLLAR DESTREZAS AUDITIVAS

Según Brian Adams, autor de Sales Cybernetics [Ventas cibernéticas], durante un día común y corriente, nos pasamos la mayor parte del tiempo escuchando. Él ofrece las siguientes estadísticas:

Nueve por ciento del día se gasta escribiendo

Dieciséis por ciento del día se usa leyendo

Treinta por ciento del día se lo pasa hablando

Cuarenta y cinco por ciento del día se gasta escuchando.

Así que probablemente concuerde con que escuchar es importante. Pero, ¿qué significa escuchar? Oímos un relato acerca de una clase de apreciación musical en escuela secundaria que provee una respuesta significativa a esa pregunta. El maestro de la clase pidió que un voluntario explicara la diferencia entre escuchar y oír. Al principio nadie quiso responder, pero finalmente, un estudiante levantó su mano. Cuando el maestro lo llamó, él dijo: «Escuchar es desear oír».

Esa respuesta es un buen punto de arranque. Para convertirse en un buen oyente, tiene que desear oír. Pero también necesita algunas destrezas para lograrlo. He aquí nueve sugerencias para ayudarlo a convertirse en un buen oyente:

1. Mire al que habla

Todo el proceso de escuchar comienza prestándole toda su atención a la otra persona. Mientras interactúa con alguien, no trate de ponerse al día con otro trabajo, no mueva papeles, no limpie los platos, ni mire televisión. Separe tiempo para enfocarse solo en la otra persona. Y de no tener el tiempo en ese momento, entonces prográmelo tan pronto como pueda.

2. No interrumpa

La mayoría de las personas reaccionan de mala manera al ser interrumpidos. Eso hace que se sientan insultados. Y según Robert L. Montgomery, autor de Listening Made Easy [Cómo escuchar más fácilmente]: «Simplemente es malo pisotear las ideas de las personas como si le pisoteara los pies».

Las personas que tienden a interrumpir a otros generalmente hacen eso por una de estas razones:

•     No valorizan lo suficiente lo que la otra persona tiene que decir.

•     Quieren impresionar a otros mostrando cuán inteligentes o intuitivos son.

•     Están demasiado emocionados con la conversación como para permitir que otros terminen de hablar.

Si tiene la costumbre de interrumpir a otras personas, examine sus motivaciones y determine realizar un cambio. Déles a los demás el tiempo que necesitan para expresarse. Y no crea que uno de ustedes tiene que estar hablando todo el tiempo. Los períodos de silencio le dan la oportunidad de reflexionar en lo que se dice para poder responder apropiadamente.

3. Concéntrese en entender

¿Se ha percatado de cuán rápidamente la mayoría de las personas se olvidan de las cosas que escuchan? Los estudios en instituciones como Michigan State, Ohio State, FLorida State, y la Universidad de Minnesota indican que la mayoría de las personas solo pueden recordar un cincuenta por ciento de lo que escuchan inmediatamente después de oírlo. Y a medida que pasa el tiempo, su habilidad para recordar continúa disminuyendo. Para el próximo día, su retentiva usualmente disminuye a más o menos veinticinco por ciento.

Una manera de combatir esa tendencia es hacer que su meta sea entender en vez de meramente recordar los hechos. Herb Cohen, abogado, conferencista, y autor, enfatizó que: «Escuchar efectivamente requiere más que oír las palabras trasmitidas. Demanda que encuentre significado y entendimiento en lo que se dice. Después de todo, los significados no están en las palabras sino en las personas».

Para aumentar su entendimiento de otros a medida que escucha, siga estas directrices ofrecidas por Eric Allenbaugh:

1.   Escuche con el corazón y la cabeza conectados.

2.   Escuche con la intención de entender.

3.   Escuche el mensaje y el mensaje tras el mensaje.

4.   Escuche el contenido y los sentimientos.

5.   Escuche con sus ojos, mejorará su manera de hacerlo.

6.   Escuche los intereses de otros, no solo su posición.

7.   Escuche lo que dicen y lo que no dicen.

8.   Escuche con empatía y aceptación.

9.   Escuche las áreas que los atemorizan y los hieren.

10. Escuche como quisiera ser escuchado.4

A medida que aprenda a ponerse en el lugar de otra persona, aumentará su habilidad para entender. Y mientras más grande sea su habilidad para entender, se convertirá en un mejor oyente.

4. Determine la necesidad al momento

La habilidad para discernir la necesidad de la otra persona al momento es necesaria para convertirse en un oyente efectivo. Las personas hablan por razones muy diferentes: para recibir consuelo, para desahogarse, para persuadir, para informar, para ser comprendidos, o para aliviar los nervios. Muchas veces le hablan por razones que no se ajustan a sus expectativas.

Muchos hombres y mujeres permanecen en conflicto porque ocasionalmente se comunican con fines opuestos. Ignoran la determinación de la necesidad de la otra persona en el momento de interactuar. Los hombres casi siempre desean solucionar todos los problemas que discuten; lo que les hace falta es la resolución. Por otra parte, es más probable que las mujeres hablen de un problema simplemente para comunicarlo; muchas veces no piden ni desean soluciones. Cualquier momento en que pueda determinar la necesidad actual de las personas con quienes se comunica, puede ubicar lo que digan en el contexto apropiado. Y podrá entenderlos mejor.

5. Examine sus emociones

Como ya mencionamos, la mayoría tiene cargas emocionales que los llevan a reaccionar ante ciertas personas o situaciones. Siempre que se emocione demasiado al escuchar a otra persona, examine sus emociones, sobre todo si su reacción parece ser más fuerte de lo que la situación exige. Usted no querrá que una persona confiada sea objeto de su desahogo. Además, aunque sus reacciones no se deban a un suceso de su pasado, siempre debe dejar que otros terminen de explicar sus puntos de vista, ideas, o convicciones antes de ofrecer las suyas.

6. Suspenda su juicio

¿Ha escuchado a otra persona contar un relato y empezar a responder antes de que termine? Casi todo el mundo lo hace. Pero lo cierto es que uno no puede asumir conclusiones y ser un buen oyente al mismo tiempo. Mientras habla con otros, espere escuchar todo el relato antes de responder. Si no lo hace, podría obviar lo más importante que quería decir.

7. Resuma en los principales intervalos

Los expertos concuerdan que escuchar es más efectivo cuando es activo. John H. Melchinger sugiere: «Comente acerca de lo que escucha, e individualice sus comentarios. Por ejemplo, puede decir, “Amarilis, eso obviamente es importante para ti”. Lo mantendrá en su curso como oyente. Supere el “Eso es interesante”. Si se entrena a comentar de forma significativa, el que habla sabrá que está escuchando y podría ofrecer más información».

Una técnica para escuchar de manera activa es resumir lo que la otra persona dice en los intervalos principales. Mientras la persona que habla termina un tema, parafrasee sus puntos principales o ideas antes de continuar a la próxima, y verifique que obtuvo el mensaje correcto. Hacer eso reafirma a la persona y lo ayuda a mantenerse enfocado en lo que está tratando de comunicar.

8. Haga preguntas aclaratorias

¿Ha notado que los principales reporteros son excelentes oyentes? Mire a alguien como Barbara Walters, por ejemplo. Ella mira a la persona que habla, se concentra en entender, suspende el juicio, y resume lo que la persona tenga que decir. Los demás confían en ella y parecen estar dispuestos a contarle prácticamente todo. Pero ella practica otra destreza que la ayuda a reunir más información y aumentar su entendimiento de la persona que entrevista. Hace buenas preguntas.

Si desea convertirse en un oyente efectivo, conviértase en un buen reportero, no el tipo del que le espeta un micrófono en la cara a la gente gritando preguntas, sino uno que gentilmente hace preguntas para darle seguimiento al asunto y aclararlo. Si le muestra a las personas cuán interesado está y hace las preguntas sin intimidar, se sorprenderá de cuánto le dirán.

9. Que escuchar sea su prioridad

Lo último que hay que recordar al desarrollar sus destrezas auditivas es hacer que escuchar sea lo más importante, sin importar cuán ocupado esté o cuánto haya avanzado en su organización. Un sorprendente ejemplo de un ejecutivo que organizó tiempo para escuchar fue el difunto Sam Walton, fundador de WalMart [Cadena de tiendas por departamento], y uno de los hombres más adinerados de los EE.UU. Creía en escuchar a las personas, especialmente sus empleados. Una vez voló en su avión a Monte Pleasant, Texas, aterrizó y le dijo a su copiloto que se encontrara con él a unos 161 kilómetros más adelante en el camino. Entonces se montó en un camión de WalMart, el resto del camino, solo para charlar con el conductor. Para todos nosotros escuchar debería tener esa importancia.

Si les muestra a las personas cuán interesado está y hace las preguntas sin intimidar, se sorprenderá de cuánto le dirán.

Muchas personas creen que tienen la habilidad de escuchar. La mayoría considera que escuchar es fácil, y se perciben como buenos oyentes. Pero aunque es cierto que esa mayoría puede oír, pocos son capaces de escuchar verdaderamente.

En nuestras carreras, hemos hablado mucho. Entre nosotros dos, les hablamos a varios miles de personas al año. Nancy, la esposa de Jim, habla mucho, y créanos, ¡lo hace muy bien! Pero también es una maravillosa oyente, y al hablar algunas veces, trata sobre la comunicación y la importancia de escuchar. No hace mucho ofreció una charla en cuanto a escuchar que enfatizaba darles a los demás el beneficio de la duda y tratar de ver las cosas desde su punto de vista.

Ese día, en la audiencia, estaba un hombre llamado Rodney. Aunque estaba felizmente casado, y con un hijo joven, tenía dos hijas de su primera esposa. Además, tenía problemas con esta. Constantemente lo llamaba y le pedía más dinero para ella y las niñas. Discutían siempre, lo estaba enloqueciendo, y ya había empleado un abogado y estaba preparado para demandarla.

Pero cuando ese día Rodney escuchó a Nancy hablar sobre escuchar, se percató de cuán insensible había sido con su ex esposa Charlotte. Un par de días después, la llamó y le preguntó si podían reunirse. Ella sospechaba de Rodney y hasta le pidió a su abogado que lo llamara para averiguar sus intenciones. Pero a la larga, Rodney los convenció de que simplemente deseaba hablar, y al fin, Charlotte accedió a hablar con él.

Se reunieron en una cafetería, y Rodney dijo:

—Charlotte, quiero escucharte. Dime cómo está tu vida. Tú y las niñas realmente me interesan.

—No creía que estuvieras interesado en ellas—dijo mientras comenzaba a sollozar.

—Sí lo estoy—dijo—. Lo siento. Solo he pensado en mí, y no he pensado en ti. Por favor perdóname.

—¿Por qué estás haciendo esto?—preguntó ella.

—Porque quiero enderezar las cosas—respondió—. He estado tan enojado por tanto tiempo que no podía entender bien las cosas. Ahora, dime cómo te van las cosas a ti y a las niñas.

Por un rato, Charlotte solo podía sollozar. Pero entonces empezó a contarle de sus luchas como madre soltera y cómo se esforzaba lo mejor posible por criar a las niñas, pero que no parecía suficiente. Hablaron por horas, y mientras lo hacían, se formó el comienzo de un nuevo fundamento de respeto mutuo. Con el tiempo, creen que pueden volver a ser amigos.

Rodney quizá no está solo. ¿Puede pensar en personas a quienes no ha escuchado últimamente? Y, ¿qué está haciendo para solucionarlo? Jamás es demasiado tarde para convertirse en un buen oyente. Puede cambiar su vida, y las vidas de las personas en su vida.

 Espero que ese artículo te haya servido para mejorar tu comunicación con lo demás.