8 Claves de Liderazgo

liderazgo, lider, persona influyente,mando, jefeLa mayoría de los dirigentes no nacen con el don de mando; tienen que cultivar ciertas cualidades para alcanzarlo.

En nuestra sociedad, ser considerado un líder es el mayor halago. “El liderazgo se ha convertido en un tónico, y la gente lo apetece muchísimo”, opina el psicólogo David Campbell, del Centro para Liderazgo Creativo, en Colorado Springs, Colorado.

No es extraño. El liderazgo confiere poder, nos hace merecedores del respeto de los demás y, lo que es más importante, posibilita los logros. Desafortunadamente, las dotes de dirigente no pueden beberse como un tónico; deben cultivarse con esmero.

Al contrario de la creencia popular, la mayoría de los buenos líderes se forman; no nacen con el don de mando. Afinan sus habilidades en el diario vivir. Pero, ¿qué es lo que cultivan? ¿Cómo logran (y cómo puede usted lograr) la adhesión de los demás?

Reconozca siempre el mérito.

Muchos líderes señalan que la manera más eficaz de lograr que los demás se desempeñen bien es tratarlos como héroes. Felicitar en público a una persona que lo merece constituye la mejor técnica de liderazgo del mundo, y es, asimismo, un acto de generosidad que nunca se olvida.

El reconocimiento resulta más eficaz que la crítica más constructiva, la cual puede herir en vez de ayudar. Kenneth Blanchard, coautor de The One-Minute Manager (Gerente en un minuto), está de acuerdo, y sugiere al respecto: “Sorprenda a alguien haciendo algo bien”. Luego, dígaselo a todo el mundo. Con ello suscitara lo más valioso con que cuenta un líder: la lealtad de los demás.

Acepte riesgos calculados.

“Los mejores dirigentes saben que afrontar un riesgo no significa proceder a tontas y a locas”, comenta la consultora en administración Marilyn Machlowitz, y agrega: “Los paracaidistas no se suben a un aeroplano sin haber revisado previamente su paracaídas”.

Debido a que todo riesgo implica la posibilidad del fracaso, mucha gente suele esperar a que otros tomen la iniciativa. Pero si usted desea ser un líder, debe aprender a fracasar, sin que ello signifique entregarse al remordimiento. Hay que levantarse y comenzar de nuevo.

Maestre el camino.

En 1965, Lee Ducat era un ama de casa de Filadelfia a cuyo hijo acababan de diagnosticarle diabetes. Ella trató de ponerse en contacto con otras madres de niños diabéticos, pero en un principio ninguna le quiso responder.

Por fin encontró a tres mujeres dispuestas a compartir su experiencia; así comenzó una labor que dio como resultado el establecimiento de la Fundación de Lucha contra la Diabetes Juvenil, que ella dirige y que actualmente tiene 150 sucursales en todo el mundo. También formó y encabeza el Intercambio Nacional para la Investigación de Enfermedades. Se trata de una institución dedicada a proporcionar tejidos humanos para importantes investigaciones científicas. ¿El secreto de Lee Ducat?: ser un modelo.

«¿Alguna vez se ha percatado de que, si sonríe, la gente le devuelve la sonrisa?», pregunta ella. «Bueno, pues si uno da, la gente trata de corresponder; si uno confía en sí mismo, los demás tienden a seguirlo. Quienquiera qué tenga la seguridad de alcanzar una meta hallará respuesta en la gente, que le allanará el camino.

«Lo mejor es ser como quiere uno que sean los demás, para que así reflejen las propias acciones».

Conserve la fe.

Los líderes afortunados a menudo señalan que si confían en que los demás van a cumplir adecuadamente con su cometido, así ocurrirá. Por el contrario, si temen el fracaso de su gente, tales expectativas suelen cumplirse. El hombre de empresa y filántropo W. Clement Stone sugiere que exprese usted su fe en una carta. En su opinión, el ejecutivo que comunica la fe que tiene en sus vendedores y en su propio compromiso ante ellos puede motivarlos a romper récords. De igual manera, el maestro que escribe notas de aliento a cada uno de sus alumnos a veces los impulsa hasta alturas insospechadas. La fe depositada en una persona le inspira confianza en sí misma, además de que le agrada. Esto puede parecer trillado, pero los expertos están de acuerdo en que da resultados positivos.

Fíjese un rumbo.

La gente no sigue a nadie que no se dirija a un objetivo bien definido. Estée Lauder, fundadora de la compañía de cosméticos que lleva su nombre, ha conducido a miles de empleados a un gran éxito. Ella sostiene que todos los líderes que conoce en el mundo de los negocios establecen en su mente una imagen clara de lo que quieren conseguir, y nunca la pierden de vista. «La gente sigue a quienes prometen y alcanzan el éxito», subraya.

Represente su papel.

Los buenos dirigentes han aprendido a proyectar una imagen de triunfadores. Si acaso tienen sus momentos de duda, no lo demuestran; siempre actúan como si supieran hacia dónde van. Así lo observa la consultora en administración Paula Bern.

Además, no descuidan la apariencia ni los modales. Su compañía suele ser, grata, su conversación amena, y su comportamiento, en general, sereno y confiado.

Sea competente.

Dicen que el conocimiento es poder, y los verdaderos líderes saben que su experiencia y pericia son parte de su carisma. La maestría en el desempeño de alguna actividad atrae a la gente, y hace que busque consejo y dirección en quien la despliega.

Fomente el entusiasmo.

Lee Ducat reflexiona: «Cuando la gente comprende la importancia de un trabajo, le dedica su capacidad mental. ¡Ah!, pero cuando llega a entusiasmarse, vuelca su energía en la actividad. ¡Y es una fuerza tremenda! ¿La mejor manera de suscitar esa reacción? Ser entusiasta, pues resulta contagioso».

Delegue.

Chris Alger, una joven madre divorciada, habitante de Florida, se encontraba muy ocupada rehaciendo su propia vida como para pensar en conducir a nadie a ninguna parte. Pero un día observó que por las calles del centro de Miami circulaba mucha gente hambrienta. Esa misma tarde, con una amiga, llevó a esa gente 20 sandwiches de salchichón. Al día siguiente regresó con más sandwiches. Comenzó a preparar sopa y café, y pronto resultó evidente que su amiga y ella no podrían hacerse cargo solas de aquello. «Nunca antes había movilizado a la gente», comenta Chris, «pero no tenía alternativa. La actividad de otros dependía de mí; así que recurrí al teléfono y me puse a organizarlo todo».

El asunto llamó la atención, y un periódico local y un canal de televisión divulgaron la historia de Chris. Gracias al poder de la prensa, nuevos voluntarios han ofrecido sus servicios; entre ellos, un filántropo que aporró dinero, relaciones públicas y sus habilidades para organizar. Ahora, entre rodos hacen y despachan 500 sandwiches al día, además de sopa en grandes cantidades.

«Yo no hago todo esto sola», subraya Chris. «Es ya mucha la gente que lo lleva a cabo. Para mí sería imposible».

Eso es liderazgo.