Una Persona Influyente Entiende a los Demás

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En este artículo aprenderás la importancia de enseñar a los demás, entenderlos, motivarlos, escucharlos… entre otras cosas, ya que al final tendrás tu recompensa.

ENTENDER A LAS PERSONAS PAGA GRANDES DIVIDENDOS

En Climbing the Executive Ladder [Cómo trepar la escalera ejecutiva], los autores Kienzle y Dare dicen:

Pocas cosas le pagarán mayores dividendos que el tiempo y el esfuerzo que invierta en entender a las personas. Casi nada le añadirá más a su estatura como ejecutivo y como persona. Nada le proveerá mayor satisfacción ni le dará más felicidad.

Cuando comprendemos el punto de
vista de otra persona—lo que está
tratando de hacer—, nueve de cada diez veces intenta hacer lo correcto.
Harry Truman

La habilidad de entender a la gente es uno de los mejores recursos que cualquiera podría tener. Eso tiene el potencial de impactar positivamente cada área de su vida, no solo el campo de los negocios. Por ejemplo, observe cómo entender a las personas ayudó a esta madre de un preescolar. Ella afirmó:

Dejé a mi hijo de cuatro años en la casa, salí a poner algo en el basurero. Cuando intenté abrir la puerta para entrar, estaba cerrada. Sabía que insistirle a mi hijo para que la abriera habría llevado una hora de discusión. Así que con voz triste, le dije: «Oh, qué lástima. Te acabas de encerrar en la casa». La puerta abrió al momento.

Entender a las personas ciertamente impacta su habilidad de comunicarse. David Burns, médico y profesor de siquiatría en la Universidad de Pennsylvania, observó: «El mayor error que uno puede cometer al tratar de hablar convincentemente es destacar las ideas y sentimientos que expresa. Lo que la mayoría de las personas realmente desean es que las escuchen, respeten, y comprendan. Al momento que se sienten comprendidas, se motivan más a entender su punto de vista». Si puede aprender a entender cómo piensan, lo que sienten, qué los inspira, cómo es probable que actúen y reaccionen en una situación dada, entonces podrá motivarlos e influirlos de manera positiva.

POR QUÉ LAS PERSONAS NO ENTIENDEN A LOS DEMÁS

No entender a otros es una fuente periódica de tensión en nuestra sociedad. Una vez escuchamos a un abogado decir: «La mitad de las controversias y conflictos que surgen entre las personas son causadas por no entenderse entre sí, y no por las diferencias de opinión o la incapacidad para concordar». Si pudiéramos reducir la cantidad de malentendidos, las cortes no estuvieran tan atiborradas, habría menos crímenes violentos, el promedio de divorcio bajaría, y la cantidad de tensión diaria que la mayoría de la gente experimenta disminuiría en forma dramática.

Si entender es un recurso tan valioso, ¿por qué no hay más personas que lo practiquen? Son muchas las razones:

Temor

El colono estadounidense del siglo diecisiete William Penn, aconsejó: «No desprecie ni se oponga a lo que no entienda», muchos sin embargo parecen hacer exactamente lo contrario. Cuando no entienden a otros, muchas veces reaccionan atemorizándose. Y cuando eso sucede, es raro que traten de sobreponerse a su temor para aprender más acerca de ellos. Se convierte en un círculo vicioso.

Lamentablemente, cuando los empleados reaccionan ante sus líderes en los trabajos, el temor es evidente. Los trabajadores temen a sus supervisores. Y estos son intimidados por los gerentes. Ambos grupos, con frecuencia, temen a los ejecutivos. Esa situación produce sospecha, falta de comunicación, y reduce la productividad. Por ejemplo, según el Dr. M. Michael Markowich, vicepresidente de recursos humanos en United Hospitals, Inc., los empleados titubean cuando sugieren ideas. He aquí algunas razones:

•    Creen que serán rechazadas.

•    Sienten que a sus compañeros no les agradarán.

•    Temen que el jefe se sienta amenazado por ellas.

•    Piensan que no obtendrán el crédito si ellas resultan.

•    Se preocupan porque los califiquen de problemáticos.

•    Temen perder sus empleos, si no dan resultado.

El tema común en todas esas razones es el temor. No obstante, en un ambiente laboral saludable, si usted les da el beneficio de la duda a los demás, y reemplaza el temor con el entendimiento, todos pueden trabajar juntos de manera positiva. Lo único que las personas tienen que hacer es seguir el consejo del presidente Harry Truman, que afirmó:

Cuando comprendemos el punto de vista de otra persona—lo que está tratando de hacer—, nueve de cada diez veces intenta hacer lo correcto.

Egocentrismo

Aunque el temor no sea una piedra de tropiezo para el entendimiento, el egocentrismo muchas veces lo es. Alguien señaló: «Hay dos lados para cada pregunta, siempre y cuando no nos interese en particular». Así piensan muchos. No todo el mundo es egocentrista a propósito; simplemente, es natural que las personas piensen primero en sus intereses propios. Si desea ver un ejemplo de eso, juegue con un niño de dos años. Seguro que elegirá los mejores juguetes para sí e insistirá en lo que le guste.

Una manera de sobreponerse a nuestro egocentrismo natural es tratar de ver las cosas desde la perspectiva de los demás. Hablando a un grupo de vendedores, Art Mortell, refirió esta experiencia: «Siempre que voy perdiendo en el ajedrez, me levanto, me paro tras mi oponente, y veo el tablero desde su puesto. Entonces comienzo a descubrir las movidas tontas que hice, ya que puedo ver desde su punto de vista. El reto del vendedor es ver al mundo desde el punto de vista del prospecto».

Ese es el reto para cada uno de nosotros, sea cual sea nuestra profesión. Hay una cita que John guardó hace años llamada «Un breve curso de relaciones humanas». Es posible que la haya escuchado porque hace tiempo que se conoce. Y nos recuerda cuáles deberían ser nuestras prioridades al lidiar con otras personas:

La palabra menos importante: Yo.

La palabra más importante: Nosotros.

Las dos palabras más importantes: Estoy agradecido.

Las tres palabras más importantes: Todo está perdonado.

Las cuatro palabras más importantes: ¿Cuál es su opinión?

Las cinco palabras más importantes: Hizo un trabajo muy bueno.

Las seis palabras más importantes: Quiero entender su idea mucho mejor.

Cambiar su actitud, del egocentrismo al entendimiento, siempre requiere voluntad y compromiso para tratar de ver las cosas desde el punto de vista de la otra persona.

No apreciar bien las diferencias

El próximo paso lógico, después de abandonar el egocentrismo, es aprender a reconocer y respetar las cualidades singulares de todo el mundo. En vez de tratar de moldear a otros a su imagen, aprenda a apreciar sus diferencias. Si alguien tiene un talento que usted no posee, ¡fantástico! Los dos pueden fortalecer sus debilidades mutuas. Si los demás proceden de otra cultura, amplíe sus horizontes y aprenda lo que pueda de ellos. Su nuevo conocimiento lo ayudará a relacionarse no solo con ellos, sino con todos. Y celebre las diferencias de temperamento. La variedad produce dinámicas interesantes entre las personas. Por ejemplo, John tiene un temperamento colérico sanguíneo, que indica que le encanta divertirse y disfruta de tomar decisiones en un abrir y cerrar de ojos. Jim, por otro lado, es flemático melancólico. Es un gran pensador y procesador de información, y cuando tiene que decidir, reúne tantos datos como sea posible para tomar las decisiones sabias. Separados, nos va bien. Pero somos más efectivos aún cuando estamos juntos.

Una vez que uno aprende a apreciar las diferencias de las otras personas, se percata de que hay muchas respuestas al liderazgo y a la motivación. Joseph Beck, el presidente de la Corporación Kenley, reconoció esa verdad al decir que una persona influyente «debe darse cuenta de que las personas son motivadas de maneras distintas. Un buen entrenador de baloncesto, por ejemplo, sabe cuando un jugador necesita ánimo, para superarse, o una “patada en el trasero”. La diferencia principal es que todos los jugadores necesitan ánimo, y solo algunos requieren una “patada en el trasero”».

No reconocer las similitudes

A medida que aprende más acerca de las personas y llega a conocerlas mejor, pronto comienza a percatarse de que tienen mucho en común. Todos tenemos esperanzas y temores, gozos y penas, triunfos y problemas. Es probable que la adolescencia sea el tiempo cuando las personas están menos inclinadas a reconocer sus afinidades con otros. Nos cruzamos con un relato que ilustra eso:

Una niña adolescente le hablaba a su padre acerca de todos sus problemas. Le contó de la terrible presión que enfrentaba, sus conflictos con los amigos, y las dificultades con las materias escolares y los maestros. Tratando de ayudarla a poner todo en perspectiva, le dijo que la vida no era tan tenebrosa como parecía y, en efecto, era probable que gran parte de su preocupación fuera innecesaria.

«Papá, para ti es fácil decir eso» respondió ella. «Ya resolviste todos tus problemas».

Todas las personas tienen una reacción emocional a lo que sucede a su alrededor. Para promover el entendimiento, piense en cuáles serían sus emociones si estuviera en la misma posición que la persona con quien se relaciona en ese momento. Usted sabe qué es lo que quisiera que pasara en una situación en particular. Lo más probable es que la persona con la que trabaja tenga muchos de los mismos sentimientos.

Hallamos un maravilloso ejemplo de una persona que entiende esta metodología. En una tienda de caramelos que solo vendía sus exóticos chocolates en grandes cantidades, había una dependiente, en particular, que siempre tenía clientes en fila mientras que los otros se la pasaban parados sin hacer nada. El dueño de la tienda se percató de cómo los clientes acudían a ella, finalmente le preguntó el secreto.

«Es fácil» dijo. «Las otras muchachas cogen poco más de lo que pide el cliente, y comienzan a quitar los que sobran. Yo siempre sacó menos, y luego añado los que faltan. Los clientes perciben que me ocupo de ellos y de que les doy la porción apropiada».

LO QUE TODOS NECESITAN ENTENDER ACERCA DE LAS PERSONAS

Conocer qué necesitan y les hace falta a las personas es la clave para entenderlas. Y si uno puede entenderlas, puede influirlas e impactar sus vidas de manera positiva. Si redujéramos todas las cosas que conocemos respecto a entender a los demás, y resumirlas a una lista breve, identificaríamos estas cinco cosas:

1. Todo el mundo quiere ser alguien

No hay una persona en el mundo que no desee ser alguien, y tener significado. Hasta la menos ambiciosa y modesta desea ser muy estimada por otros.

John recuerda la primera vez que estos sentimientos se le removieron con fuerza. Fue cuando estaba en cuarto grado:

Fui a mi primer juego de baloncesto cuando tenía nueve años de edad. Todavía puedo verlo en mi mente. Me paré con mis amigos en el balcón del gimnasio. Lo que mejor recuerdo no es el partido; fue el anuncio de los jugadores que iban a comenzar el partido. Apagaron todas las luces, y encendieron unos focos direccionales. El anunciador pronunció los nombres de los jugadores que iban a comenzar, y salieron, uno por uno, corriendo al centro de la cancha, todos vitoreaban en el sitio.

Me incliné sobre el balcón como un niño de cuarto grado, y afirmé: «¡Uao!, me gustaría pasar por eso». Es más, cuando terminaron las presentaciones, vi a mi amigo Bobby Wilson, y le dije: «Bobby, cuando llegue a la secundaria, van a anunciar mi nombre, y saldré en medio de la luz al centro de esa cancha de baloncesto. Y la gente va a vitorearme porque voy a ser alguien».

Me fui a la casa esa noche y le dije a mi papá: «Quiero ser un jugador de baloncesto». Poco después, me compró una pelota Spalding, y pusimos una canasta en el garage. Acostumbraba sacar la nieve de la entrada a la casa para practicar mis tiros libres y jugar baloncesto, porque soñaba convertirme en alguien.

Es gracioso cómo ese tipo de sueño puede impactar su vida. Recuerdo que en sexto grado jugamos baloncesto escolar, y nuestro equipo ganó unos dos partidos, así que fuimos al gimnasio de la calle Old Mill, en Circleville, Ohio, donde vi el juego de baloncesto cuando estaba en cuarto grado. Al llegar allí, en vez de salir a la cancha con el resto de los jugadores mientras calentaban, fui al banco en el que estuvieron aquellos jugadores de secundaria dos años atrás. Me senté exactamente donde ellos se sentaron, y cerré mis ojos (el equivalente a apagar las luces en el gimnasio). Entonces, en mi mente, escuché que anunciaban mi nombre, y salí corriendo al centro de la cancha.

Me sentí tan bien al escuchar ese aplauso imaginario que pensé: ¡Lo haré de nuevo! Y así lo hice. En efecto, lo hice tres veces, y de pronto me percaté de que mis amigos no estaban jugando baloncesto; simplemente me veían incrédulos. Pero no me importó porque me acerqué un paso más a la persona que soñaba ser.

Todo el mundo desea ser apreciado y estimado por los demás. En otras palabras, todo el mundo quiere ser alguien. Una vez que esa información se convierte en parte de su diario pensar, usted adquiere tremendo conocimiento respecto a por qué las personas hacen lo que hacen. Y si trata a cada persona que conoce como si fuera el sujeto más importante del mundo, le expresará que es alguien, para usted.

2. A nadie le interesa cuánto sabe usted hasta que saben cuánto le importa

Para ser alguien influyente, tiene que amar a las personas antes que tratar de dirigirlas. Cuando ellas saben que les interesa y les preocupa, cambian sus sentimientos hacia usted.

Mostrarles a otros que está interesado en ellos no siempre es sencillo. Sus mejores momentos, y sus recuerdos más queridos, vendrán a raíz de la gente, pero igual será con los más trágicos, difíciles y dolorosos. Las personas son sus principales recursos y sus mayores impedimentos. El reto es seguir interesado en ellos sin importar nada.

Nos encontramos con algo llamado «Los paradójicos mandamientos del liderazgo». He aquí lo que dice:

La gente es ilógica, irrazonable, y egocéntrica, ámela de todas maneras.

Si hace el bien, las personas lo acusarán de motivaciones egoístas, hágalo de todos modos.

Si tiene éxito, ganará amistades falsas y verdaderos enemigos, téngalo de todas maneras.

Es posible que mañana olviden el bien que hace hoy, hágalo igual.

La honestidad y la franqueza lo hacen vulnerable, sea honesto y franco de todos modos.

El hombre más grande con ideas gigantes puede ser derribado por el hombre más pequeño con una mente enana, piense en grande de todas maneras.

La gente favorece a los de abajo, pero solo sigue a los de arriba; de todas formas pelee por los de abajo.

Lo que se pasó construyendo por años podría destruirse de un día a otro, construya de todas maneras.

En verdad, las personas necesitan ayuda, pero podrían atacarlo si lo hace; ayúdelas de igual modo.

Déle lo mejor que tenga al mundo, y lo despreciarán; déselo igualmente.

Si lo mejor es posible, entonces lo bueno no basta.

Si desea ayudar a otros y convertirse en alguien influyente, siga sonriendo, compartiendo, dando, y ofreciendo la otra mejilla. Esa es la manera correcta de tratar a la gente. Además, usted nunca sabe qué personas en su esfera de influencia se levantarán e impactarán su vida y la de los demás.

3. Todos necesitan a alguien

Contrario a la creencia popular, no hay tal cosa como hombres y mujeres que se realizan a sí mismos. Todo el mundo necesita amistad, ánimo, y ayuda. Lo que las personas pueden realizar por sí mismas es casi nada comparado con su potencial al trabajar con otros. Y hacer cosas con otra gente tiende a traer contentamiento. Además, es extraño que los «Llaneros Solitarios» sean gente feliz. Salomón, el antiguo rey de Israel, expresó de esta manera el valor de trabajar juntos:

Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.

Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero;

Pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.

También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; más ¿cómo se calentará uno solo?

Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.

Los que tratan de hacerlo todo solos, muchas veces se meten en líos. Uno de los relatos más extraños que jamás vimos de algo así, es el que redactó—en una hoja de reclamo de una compañía aseguradora—un obrero que se lastimó en cierto lugar de construcción. Intentaba bajar una carga de ladrillos del piso superior de un edificio sin pedir ayuda a nadie. Escribió:

Habría gastado mucho tiempo bajando todos los ladrillos a mano, así que decidí ponerlos en un barril y bajarlos con una polea que ajusté al tope del edificio. Después de asegurar la soga a nivel del piso, subí a lo más alto del edificio, la até alrededor del barril, llené este con ladrillos, y lo suspendí sobre la acera para el descenso. Entonces bajé a la acera y desaté la soga, aguantándola con firmeza para bajar el barril lentamente. Pero como solo peso unos 63 kilogramos, la carga—con sus 227—me haló del piso tan rápido que no tuve tiempo para pensar en soltar la soga. Mientras pasaba por el segundo y el tercer pisos choqué con el barril que bajaba. Esto da cuenta de las magulladuras y laceraciones en la parte superior de mi cuerpo.

Sostuve la soga firmemente hasta que llegué al tope, donde mi mano se atascó con la polea. De eso, mi pulgar roto.

Sin embargo, al mismo tiempo, el barril golpeó la acera con un estallido y botó la parte inferior. Y como se le salió la carga, el barril solo pesaba unos 18 kilos. Por lo tanto mi cuerpo de unos 63 kilos comenzó un rápido descenso, y choqué el barril vacío mientras subía. De eso resulta mi tobillo roto.

Detenido solo por un instante, continué el descenso y aterricé en la pila de ladrillos. Por ello mi espalda lesionada y mi clavícula rota.

Para ese entonces me desmayé, solté la soga, y el barril vacío me cayó encima. Eso da cuenta de las heridas en mi cabeza.

Y en cuanto a la última pregunta del formulario: «¿Qué haría si ocurriera lo mismo?» Por favor, sepa que ya no haré el trabajo solo.

Todo el mundo necesita que alguien vaya a su lado y lo ayude. Si entiende eso, y está dispuesto a darles a otros y ayudarlos, así como a mantener las motivaciones correctas, la vida de ellos y la suya podrán cambiar.

4. Toda la gente puede ser alguien cuando alguien la entiende y cree en ella

Una vez que entienda a las personas y crea en ellas, realmente pueden llegar a ser alguien. Y ayudar a los demás a sentirse importantes no requiere mucho esfuerzo. Las cosas pequeñas, hechas premeditadamente en el momento correcto, pueden marcar la gran diferencia, como lo muestra este relato de John:

Durante catorce años tuve el privilegio de pastorear una congregación muy grande, en el área de San Diego, en la que todos los años hacíamos un maravilloso programa navideño. Acostumbrábamos hacer veintiocho presentaciones, y unas treinta mil personas lo veían cada año.

El programa siempre incluyó un grupo de muchachos, y hace varios años una de mis partes favoritas era una canción en la que trescientos jóvenes vestidos como ángeles cantaban mientras sostenían unas velas. Al final de la canción, salían del escenario, subían por los pasillos, y llegaban a la antesala al frente de la iglesia.

Durante la primera presentación, decidí esperar por ellos en la antesala. Ellos no sabían que estaría allí, pero mientras pasaban los aplaudí, los elogié, y les dije: «Niños, ¡lo hicieron muy bien!» Se sorprendieron al verme, y el ánimo los alegró.

Para la segunda presentación, hice lo mismo. Y pude observar que al comenzar a ascender por los pasillos, miraban con ansiedad a ver si estaba parado allí para animarlos. Ya para la tercera presentación de la noche, al doblar la esquina subiendo por el pasillo, tenían sonrisas en los rostros. Y cuando llegaron a la antesala, me daban palmadas alegres. Sabían que creía en ellos, eso hizo que todos se sintieran importantes.

¿Cuándo fue la última vez que se esforzó en hacer que las personas se sintieran especiales, como si fueran importantes? La inversión que tiene que realizar es eclipsada por el impacto en ellas. Todo aquel que conoce y todas las personas que le presentan tienen el potencial de ser alguien importante en las vidas de otros. Lo único que necesitan es ánimo y motivación de parte suya para ayudarlos a alcanzar su potencial.

5. Cualquiera que ayude a alguien influye en muchos más

Lo último que tiene que entender respecto a la gente es que cuando uno ayuda a alguien, realmente impacta a muchos otros más. Lo que usted le da a alguien fluye en la vida de toda la gente que esa persona impacta. La naturaleza de la influencia es multiplicar. Hasta a usted lo impacta porque, cuando ayuda a otros y sus motivaciones son buenas, siempre recibe más de lo que nunca pueda dar. Muchos son tan genuinamente agradecidos cuando otra persona los hace sentir como si fueran alguien especial que jamás se cansan de mostrar su gratitud.

ELIJA ENTENDER A OTROS

A fin de cuentas, la habilidad de entender a la gente es una elección. Es cierto que algunas personas nacen con grandes instintos que los capacitan para entender cómo piensan y se sienten los demás. Pero aunque usted no sea alguien instintivo, puede mejorar su habilidad para trabajar con otros. Cada persona tiene la capacidad de poseer la habilidad de entender, motivar, y en definitiva influir a otros.

Si en verdad quiere cambiar la vida de los demás, propóngase conseguir … y

La perspectiva de otra persona

Mark McCormack, autor de What They Don’t Teach You at Harvard Business School [Lo que no le enseñan en la Escuela de Negocios de Harvard], escribió un relato divertido para la revista Entrepreneur [Empresario]. Allí ilustra el valor de reconocer la perspectiva de los demás. Dijo: «Hace unos años, estaba parado en la fila de los boletos en el aeropuerto. Frente a mí estaban dos niños peleando por un cono de helado. Y frente a ellos había una mujer con un abrigo de visón. Podía ver un accidente en ciernes. ¿Debía interferir? Todavía cavilaba en eso cuando escuché a la niña decirle al niño: “Charlie, si no paras, le van a caer pelos del abrigo de esa dama a tu cono”».

Al relacionarse con otros, la mayoría de la gente no ve más allá de su experiencia propia. Tiende a ver a las otras personas y sucesos en el contexto de su posición, trasfondo, o circunstancias. Por ejemplo, Pat McInally del equipo Cincinnati Bengals, de la Liga Nacional de Fútbol americano, dijo: «En Harvard decían que solo era un deportista cabeza hueca. Los futbolistas profesionales me consideraban un intelectual». Aunque él no cambió, sí lo hicieron las percepciones que tenían de él.

Siempre que mire las cosas desde la perspectiva de otra persona, recibirá toda una nueva manera de ver la vida. Y encontrará nuevas maneras de ayudar a otros. Un relato del libro Zadig, de Voltaire, muestra el valor de ver a la gente y las situaciones de una nueva manera.

El gobernante de cierto país estaba molesto porque su caballo favorito estaba perdido. El rey envió mensajeros a través del país buscándolo, sin resultado alguno. Desesperado, ofreció una gran recompensa. Muchos fueron esperando ganarla y buscaron el caballo, pero todos fracasaron. El caballo desapareció.

Un simplón de la corte real pidió una audiencia con el monarca, y dijo poder encontrar al caballo.

—¡Tú!—exclamó el rey—. ¿Puedes encontrar el caballo cuando todos los demás fallaron?»

—Sí, señor—respondió el simplón.

—Entonces hazlo—le dijo el rey, que no perdía nada.

En pocas horas el caballo estaba de vuelta en el palacio, y el rey se sorprendió. De inmediato hizo que el tesorero le diera una cuantiosa recompensa al hombre, y le pidió que explicara cómo lo había encontrado cuando otros hombres considerados sabios no pudieron.

—Señor, fue fácil—dijo el simplón. Simplemente me pregunté: «Si yo fuera caballo, ¿a dónde iría? Y al ponerme en su lugar, lo encontré rápido».

Empatía personal

Otra cualidad que necesita si quiere entender y ayudar a otros es la empatía personal. No todo el mundo es naturalmente empático, como resulta obvio en este relato acerca de un predicador de Kansas. Parece que el predicador regresaba a casa tras una visita a Nueva Inglaterra, y uno de sus parroquianos lo encontró en la estación del tren.

—Bueno—preguntó el predicador—, ¿cómo están las cosas en casa?

—Tristes, realmente tristes, pastor—respondió el hombre—. Vino un ciclón y arrasó con ella.

—Bueno, eso no me sorprende—dijo el párroco antipático con el ceño fruncido—. Recuerda que te he advertido en cuanto a la manera en que vives. El castigo por el pecado es inevitable.

—También destruyó la suya, pastor—añadió el laico.

—¿Verdad?—dijo el pastor, sorprendido momentáneamente.—Bueno, los caminos del Señor sobrepasan el entendimiento humano.

No espere que su casa se destruya para sentir los problemas y las faltas de otros seres humanos. Alcáncelos con mano fuerte pero corazón blando, y responderán positivamente.

Una actitud positiva hacia las personas

El autor Harper Lee escribió: «La gente casi siempre ve lo que busca y oye lo que quiere escuchar». Si tiene una actitud positiva respecto a las personas, cree lo mejor de ellas, y actúa en base a sus creencias, entonces podrá impactar sus vidas. Pero todo comienza con la manera en que piensa de los demás. Usted no puede ser una persona que influya positivamente si piensa como sigue:

Cuando el compañero se demora mucho, es un lento.

Cuando yo me demoro mucho, es que soy minucioso.

Cuando el compañero no hace algo, es un vago.

Cuando yo no lo hago, estoy ocupado.

Cuando el compañero hace algo sin que se lo pidan,
viola sus límites.

Cuando lo hago yo, eso es iniciativa.

Cuando el compañero desconoce una regla de etiqueta,
es un rudo.

Cuando evado algunas reglas, soy original.

Cuando el compañero complace al jefe, es un adulador.

Cuando lo complazco yo, es cooperación.

Cuando el compañero avanza, es mera suerte.

Cuando me las arreglo para avanzar, es simplemente
la recompensa justa por una ardua labor.

Su actitud hacia las personas es una de las elecciones más importantes que jamás tomará. Si su manera de pensar es positiva, realmente puede impactarlos. El pastor Robert Schuller, un fuerte proponente del pensamiento positivo, cuenta el siguiente relato en Life Changers [Cambiadores de vidas]:

«Soy el mejor jugador de béisbol en el mundo», alardeaba el niñito mientras trotaba alrededor de su patio. Con su bate sobre el hombro, lanzó una pelota hacia arriba, trató de pegarle, pero no pudo. «Soy el mejor jugador de todos los tiempos», reiteró. Recogió la pelota de nuevo, trató de golpearla, pero falló otra vez. Deteniéndose un momento para examinar su bate, se dobló y recogió su pelota. «¡Soy el pelotero más grande que jamás haya existido!» El impulso de su giro para golpear la pelota casi lo tumba. Pero la pelota cayó, ilesa, a sus pies. «¡Uao!» exclamó. «¡Qué lanzador!»

Si desea llegar a ser una persona influyente, adopte una actitud hacia los demás parecidas a la que ese niñito tenía consigo mismo.

Si usted trata a cada persona que
conoce como si fuera el sujeto más
importante del mundo, le expresará que es alguien para usted.

A Jim le recordaron la importancia de entender a la gente y ver las cosas desde su perspectiva hace poco, al visitar a sus padres en Nueva York:

Mis padres casi tienen noventa años, y trabajaron muy duro durante toda su vida. Mi papá era el editor de la Gazette [La gaceta] de la ciudad de Niagara Falls, y mi madre era la enfermera supervisora nocturna en el Hospital Niagara Falls Memorial. Trabajó muchos años de 11 p.m. A 7 a.m. Cuando era joven, para poder llegar a casa a levantarme para ir a la escuela, hacer el desayuno, y empacar mi almuerzo. Y estaba allí cuando llegaba a la casa por la tarde. Casi no me daba cuenta de que trabajaba. Mientras crecí siempre vivimos en una casita. Luego, al jubilarse, la vendieron y se mudaron a un pequeño apartamento para vivir de sus modestas pensiones.

Como la mayoría de las personas que son bendecidas financieramente, Nancy y yo siempre andamos buscando maneras de ayudar a nuestros padres para retribuirles de alguna pequeña manera las cosas positivas que hicieron por nosotros a través de los años. Hace poco, pensamos que podíamos ayudarlos alquilándoles una unidad en el piso superior del edificio de apartamentos más prestigioso de la ciudad. Era increíble, hasta tenía el paisaje de las cataratas del Niágara.

Pero después de unos seis meses, mis padres preguntaron si podían mudarse. La vista de mi madre ya estaba tan pobre que no podía observar las cascadas. Papá, por otro lado, podía verlas muy bien pero se sentía incómodo por estar tan alto. Nos decepcionamos porque no les gustó, pero accedimos de inmediato a mudarlos a su pequeño apartamento.

Mi deseo de ayudarlos aún era fuerte, así que un día después que los arreglamos en su lugar, llevé a mamá a la tienda. Aunque afirmaba no necesitar nada, me las arreglé para convencerla de que comprara unos cuantos artículos: un nuevo basurero, algunos platillos, un pequeño radio, y un tostador nuevo ya que el viejo disparaba las tostadas cuando terminaba. Y me sentí bien cuando la escuché mostrándole el tostador a un vecino diciendo: «¡Mi hijo nos compró esto!»

Nancy y yo deseábamos comprarles cosas grandes, pero eso no era lo importante para ellos. Estaban contentos con un tostador. O, sí, hubo otro artículo que finalmente reconocieron útil: un pequeño árbol para el patio delantero del apartamento. Creyeron que sería bueno tener alguna sombra en el verano cuando se sentaran afuera. «Pero son tan costosos» dijo mi madre. «Cómpranos un retoño».

Queríamos que tuvieran sombra hoy, no de aquí a quince años. Así que fuimos y compramos el árbol más grande que pudimos encontrar. No costó mucho contentarlos, simplemente un poco de comprensión.

No todo el mundo entiende esa lección. Muchas personas tratan de promover sus cosas, y se preguntan por qué no influyen en otros. Para impactar a otros, averigüe lo que las personas desean, y ayúdelas a obtenerlo. Eso es lo que las motiva. Y eso es lo que facilita que se convierta en una persona influyente en sus vidas.

Te invito a que compartas este artículo con tus amigos para que puedan conocer más acerca de la actitud que debe tener una persona para poder influenciar a otra!