Biografía de John Davison Rockefeller

John Davison Rockefeller

Pionero de la dinastía familiar de los Rockefeller, nació el 8 de julio de 1839, en Richford (nueva York) en una famiila de clase media descendiente de inmigrantes alemanes radicados en Estados Unidos. Filántropo estadounidense, inversionista y empresario, destacado en la industria petrolera hasta el punto de monopolizarla. Fundador y presidente de la compañía  Standad Oil; empresa que llegó a distribuir más del 90% de petróleo en Estados Unidos, sosteniendo su monopolio en inversiones en varios países extranjeros.

Sin embargo su vida no se centró solamente en los negocios de la dicha industria; fue uno de los filántropos más destacados de su época, destinando gran parte de su fortuna a fundaciones y numerosas donaciones. Fundó asimismo la Universidad de Chicago, sede de 87 Premios Nobel, así como también la Universidad de Rockefeller en Nueva York.  

Su madre, Eliza, era una mujer muy organizada y dedicada a atender a su familia y su padre, William Avery, alejado del seno familiar por largos períodos, cuando volvía sus bolsillos por lo general estaban llenos de dinero e increíblemente volvía cargado de regalos para su mujer y sus hijos. Mucho más tarde, John descubriría que su padre no era más que un impostor, que visitaba las reservas indígenas vendiéndoles a sus moradores toda suerte de objetos y posteriormente fue mucho más rentable la venta de productos farmacéuticos, que vendía como panacea para el cáncer.

De su madre, Eliza, John heredó no sólo el físico, sino también la estricta moral calvinista, además de muchos de los principios básicos de su vida, entre ellos el orden y la dedicación.

Rockefeller se casó con Laura Celestia Spelman, una profesora de Nueva York, con quien se mantuvo casado hasta su muerte y quien le dio su único hijo John Davison Rockefeller Jr., quien heredaría su vasto imperio tras su muerte.

John Davison desde muy joven demostró ser inteligente y aplicado. Se mudó con su familia a Ohio, Cleveland, donde su padre había conseguido una mejor oportunidad de trabajo. Ahí estudió en varios colegios públicos.

Rockefeller, incluso ya desde joven mostraba interés por los negocios. De hecho, el recolectaba piedras para pintarlas y luego venderlas a sus compañeros, cuyos pagos depositaba en un frasco azul, que el mismo denominó más tarde como su primera «caja fuerte», que guardaba celosamente en su habitación, logrando a la larga amasar la pequeña fortuna de $ 50, que para la época representaba una suma de dinero considerable. Rockefeller alega que fue entonces cuando pudo aprender una de las lecciones más valiosas de su vida, cuando un día un amigo de su padre fue a su casa a pedirle al mismo, un préstamo para saldar un par de deudas que estaban por vencerse. Su padre no tenía el dinero, pero él sí, y acordó prestárselo con un interés del 7%. Rockefeller posteriormente se sorprendería cuando tras un año recibió una suma monetaria muy superior a la que había dado originalmente, así él estableció la máxima de su vida

No trabaje por el dinero, deje que el dinero trabaje por usted [Retweet]

De allí en adelante, todas sus ganancias serían religiosamente contabilizadas en una libreta que él llamó «el registro A» y comenzó a establecer la mentalidad que lo llevaría a triunfar años más tarde.

Su indescriptible gusto por los negocios, lo estimuló a estudiar en la escuela comercial de Cleveland. Siendo de 16 años cuando regresa de la escuela encuentra su primer trabajo como corredor y comerciante de granos.

A sus 16 años era contador en Cleveland para la firma Hewit and Tuttl y otras compañías, logrando transcurridos 3 años un ingreso anual de $600 (suma considerada alta para el año 1857); tras la negativa de sus jefes de otorgarle $200 de aumento John D. Rockefeller decidió instalar un negocio por cuenta propia, para el cual utilizó $800 como capital inicial que había ahorrado; faltándole así $1000 para inciar su primera firma de corretaje, los cuales su padre se los adelantó con un interés anual de 10% hasta alcanzar la mayoría de edad. Así fundó con su socio M.B. Clark, la firma Clark & Rockefeller, que obtuvo, el primer año, utilidades por U$S 4.000 y en el segundo cuadruplicó la suma.

Entonces comenzó a invertir en el sector cafetalero, con lo cual aumentó aún más sus ingresos, pero a pesar de la gran cantidad de dinero que ganaba, Rockefeller no se sentía complacido, deseaba llegar mucho más lejos y estaba decidido a lograrlo.

En 1850, Cleveland había estado experimentando un alza alrededor de los sectores industriales, convirtiéndose en una de las ciudades más productivas y modernas de Estados Unidos.

En medio de este ambiente Rockefeller, apreció de cerca el crecimiento paulatino que la industria petrolera comenzaba a experimentar y fue lo bastante brillante para entender que ese combustible pronto se convertiría en la fuente de energía del mundo.

En 1862, Rockefeller, con sus ahorros y ganancias de su firma cafetalera, pasó a ser socio de la Clark & Andrews, que comenzó instalando sus refinerías y en cuestión de muy poco tiempo comenzó a adquirir otras refinerías en Cleveland, actividad que continuó hasta apropiarse de forma definitiva de gran parte de las refinerías petrolíferas de la ciudad.

El estallido de la Guerra Civil en 1861 fue la llave de su fortuna. Dos años antes, con la perforación del primer pozo de petóleo, comprendió que podía hacer más fortuna con su transporte y refinación que con la explotación. Cuando en 1863 la compañía ferroviaria del Atlántico y el Oeste extendió su línea hasta Cleveland, poniendo esta ciudad en contacto directo con Nueva York a través de la región del petróleo, supo que había llegado el momento.

Tenía 23 años e invirtió $4.000 como socio comanditario en la nueva firma Clark, Andrews & Co. Las refinerías surgían como hongos en Cleveland y su entusiasmo por el oro negro lo hizo abandonar el comercio de granos. Al negarse su socio Clark a la expansión de la firma (lo atemorizaba el pasivo de $ 100.00), decidieron subastar la empresa.

El 2 de febrero de 1865, la compañía salió a la venta, las apuestas subieron rápidamente, Clark, decidido a quedarse con la firma, ofreció$72,000. Rockefeller, imperturbable, retrucó con 72.500 dólares y se quedó con la compañía. El negocio, que en adelante se llamaría Rockefeller & Andrews, era la mayor refinería de Cleveland, con una capacidad de 500 barriles por día y ganancias de un millón de dólares por año, que se duplicarían al año siguiente.

Para el momento de John Davison Rockefeller se decía que sólo tenía que mostrarles a sus competidores su cartera de inversiones y propiedades, para que estos decidieran venderle o negociar con él, de lo contrario podían estar seguro que Rockefeller se encargaría de quebrarlos y llevarlos a la bancarrota, después de todo, él dejaba muy en claro su visión con la frase:

La competencia es un pecado, por eso procedemos a eliminarla [Retweet]

Ya desde entonces, Rockefeller mostraba su mentalidad de hombre de negocios depredador, buscando a toda costa la expansión de sus empresas, el aumento de sus inversiones y la eliminación progresiva de la competencia a toda costa. El astuto e inteligente empesario haría en el futuro muchas maniobras que reflejarían su visión y en más de una ocasión demostraría su efectividad a la hora de sobreponerse a los demás.

Su próximo paso fue negociar con el ferrocarril tarifas preferenciales, y ese descuento fue un arma esencial para fundar, en 1870, una nueva sociedad, con 1 millón de dólares de capital: la Standad Oil, que absorbió a la empresa Rockefeller & Andrews, que venía de una rápida expansión, en el año 1870 y debido a que la Standard Oil, había sido creada por Rockefeller, su hermano William y varias personas más, Rockefeller pasó a liderar la compañía.

A principios de 1872 crea la South Improvement Company,  una asociación que englobaba a los principales refinadores de petróleo de Cleveland, llegando a acuerdos con las empresas ferroviarias para obtener importantes descuentos para los miembros de la asociación. En cuestión de tres meses, Rockefeller había comprado 22 de las 25 refinerías de Cleveland, todo gracias a esta magnífica maniobra, pasando aquella hazaña pasó a ser denominada la «Conquista de Cleveland».

Ya a finales de la década de 1880, el gobierno de los Estados Unidos, estaba centrando su atención en el inmenso desarrollo del sector privado sector del país. En ese momento, Norteamérica estaba decidida a reglamentarlo, para permitir el desarrollo equilibrado y justo de las inversiones y las compañías, buscando establecer la libre competencia, en un país donde tal cosa no existía.

Por supuesto, para llevar a cabo tal proyecto de reforma era necesario demostrar que no se permitirían monopolios, y la única forma de probarlo era suprimiendo al más grande y poderoso de todos, la Standard Oil, que gracias a la Stadard Oil Trust, a sus múltiples inversiones y a su dominio de la industria, controlaba casi en su totalidad el petróleo estadounidense y gran parte del petróleo del mundo.

Años enteros de litigios fueron requeridos sólo para llevarle ante tribunales, pues John D. Rockefeller dispuso de su ejército de abogados para mediar la situación.

Finalmente, se planteó el caso ante el Tribunal Superior de Justicia de Ohio, que decretó a la Standard Oil Trust como un monopolio ilegal y ordenó su disolución. La decisión fue apelada por Rockefeller, pero falló.

En 1899 la empresa se dividió en 37 diferentes corporaciones por orden del Tribunal Superior de Justicia de Estados Unidos.

Aun así, Rockefeller continuó manteniendo el 30% de las acciones de todas esas compañías y su familia continuó manteniendo la mayoría del resto de las acciones, por lo que su fortuna no se vio afectada.

Desde joven John Davison Rockefeller mostró siempre un carácter reservado, siempre fue alguien que se esforzaba al máximo en lo que hacía y su inteligencia para los negocios era innegable, pero siempre discreto. Rockefeller, además es considarado el hombre más rico de la historia valuando su fortuna en 318,3 mil millones de dólares.

Un plazo de poco más de 40 años fue suficiente para que éste magnate demostrara su extraordinaria capacidad competitiva, convirtiendo a Standard Oil en la compañía petrolera más grande del mundo.

Sin embargo su vida no se centró solamente en los negocios de la dicha industria; fue uno de los filántropos más destacados de su época, destinando gran parte de su fortuna a fundaciones y numerosas donaciones. Fundó asimismo la Universidad de Chicago, sede de 87 Premios Nobel, así como también la Universidad de Rockefeller en Nueva York.  

Ingenio, astucia, dedicación y pocos escrúpulos son las características con las que se ha identificado los controversiales logros de éste gurú del mundo empresarial. Un  que imperio es envidiado por muchos e inspirador para otros, no se ha podido igualar  hasta el día de hoy.

Rockefeller es hasta ahora el único caso que se haya visto de un hombre que llegó a elaborar un monopolio puro, el cual le costó al mismo gobierno disolver y que de hecho marcó a profundidad el desarrollo de la industria petrolera a nivel mundial.

Es considerado como el hombre más acaudalado de la Historia Mundial y es el fundador de la mítica familia de millonarios que aún persiste hoy en día, con su mismo apellido y el poderío así como la extensión de su riqueza fueron extremas no sólo sobre Estados Unidos sino sobre otros lugares, como Europa y Latinoamérica, de hecho, su familia continuó controlando el 90% de la industria petrolífera en esta última durante más de seis décadas, posteriores a su fallecimiento.

A los 53 años de edad, su salud comenzó a empeorar. Con varias enfermedades digestivas, perdió el cabello, adelgazó y se le hundieron los hombros.  Con sus recursos económicos buscó tratamientos costosos pero su salud no mejoró.

Rockefeller, tras la separación en 30 diferentes empresas de su gigantesca petrolera la Standard Oil, y luego de su retiro como presidente de su vasto imperio en 1911, centró su atención más que todo en sus actividades filantrópicas y en su más ambicioso proyecto en el ámbito imobiliario, la construcción del Rockefeller Center, el cual nunca pudo ver terminado, debido a su muerte el 23 de mayo de 1937 en su residencia de Ormond Beach, Florida, a los 97 años de edad. Fue enterrado en el Lake View Cementery, en Cleveland, la ciudad que vio nacer su inmenso imperio.

Luego estaba su filosofía empresarial, esta se basaba simplemente en un ideal de profesionalismo, dado que creía y aplicaba la idea de que sólo los mejores, con más experiencia, con más títulos y mejor preparación y determinación debían trabajar para él. 

De hecho, ese ideal fue representado por él en su reflexión denominada «American Beauty» (Belleza americana).

Su frase, célebre en la cultura capitalista estadounidense, fue pronunciada como metáfora del darwinismo social:

El crecimiento de un gran negocio es simplemente la supervivencia del más apto… La bella rosa estadounidense sólo puede lograr el máximo de su esplendor y perfume que nos encantan, si sacrificamos a los capullos que crecen en su alrededor. Esto no es una tendencia maligna en los negocios. Es más bien solo la elaboración de una ley de la naturaleza y de una ley de Dios.

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