Cómo causar una buena impresión en tu Entrevista de Trabajo

Todo lo que uno diga es importante, pero la manera de decirlo puede ser determinante.

Las entrevistas de trabajo son un campo minado. Los empleadores tienen sobre sus escritorios un rimero de currículos de solicitantes capaces, así que para elegir a la persona idónea tratan de averiguar, por ejemplo, si al candidato le resulta difícil llevarse bien con los demás, si puede cumplir con los plazos.de entrega y si tiene un gran deseo de conseguir el empleo.

Muchas personas competentes han sido rechazadas por una sola pifia. GerardRoche, presidente de la agencia entrevista, trabajo, tips, preguntasneoyorquina Heidrick & Struggles, que se dedica a reclutar ejecutivos, recuerda a un solicitante que fue descartado porque tenía flojos los calcetines. A otro lo rechazaron por confianzudo. «salpicó de palabrotas su conversación, arrastró su silla hasta mi escritorio, y se puso a revisar papeles y objetos», recuerda Nina Proct, reclutadora de Martin H. Bauman Associates, de Nueva York.

No hay un secreto infalible para salir airoso de una entrevista de trabajo, pero si usted sabe a qué atenerse, le irá mejor. Algunos de los entrevistadores más estrictos de Estados Unidos revelan aquí las preguntas que con mayor frecuencia hacen a los solicitantes de empleo, y ofrecen sugerencias para contestarlas atinadamente:

1. ¿Exactamente qué espera de nuestra compañía?

Describa su empleo ideal. Mucha gente elude este tipo de preguntas con una respuesta general, que no la comprometa. Pero, para causar mejor impresión, Dee Soder, asesora de ejecutivos de Nueva York, aconseja prepararse redactando un «anuncio» que describa el empleo con el que uno ha soñado. Incluya usted un «encabezado» y varios adjetivos que califiquen a la compañía, el trabajo y a usted mismo. De este modo se concentrará exactamente en lo que desea y lo que puede ofrecer aun cuando él entrevistador no se lo pregunte.

2. ¿Por qué dejó su empleo anterior?

Los entrevistadores saben bien que muchas personas renuncian a su empleo porque detestan a su jefe (ellos mismos, por idéntico motivo, posiblemente hayan tenido que cambiar de empleo varias veces), pero pocos empleadores desean oírlo.

«No veo para qué tendría que decirme que tuvo problemas con un jefe alguien que está deseoso de que lo contrate», comenta Mike Leavell, un vicepresidente de Hewlett-Packard. «Eso sería como izar una bandera roja de alerta».

Muchos entrevistadores sugieren concentrarse en los motivos profesionales por los que se desea ingresar en una compañía nueva. Por ejemplo: «En los dos años que estuve al frente del departamento de mercadotecnia de la empresa Fulana, aprendí mucho sobre X. Ahora quiero aprender sobre Y». O bien: «En esta etapa de mi carrera me gustaría agregar X a mi currículo, y su compañía es líder en ese campo. Pero si usted fue despedido a causa de un conflicto que tuvo con su jefe, es conveniente que se lo haga saber al entrevistador, en vez de esperar a que se entere por otro conducto. Sea sutil y positivo al responder a las preguntas que le hagan. Millington McCoy director administrativo de la agencia de colocaciones Gould, McCoy & Chadick, Inc., de Nueva York, recuerda que un solicitante le dio la siguiente respuesta:

«Había un jefe nuevo en el departamento de finanzas, y nuestros estilos administrativos eran incompatibles. Por tanto, convinimos en discrepar”.

3. ¿Por qué quiere cambiar de actividad?

Con esta pregunta, los entrevistadores tratan de averiguar si el sujeto se conoce bien. No diga: “Quiero intentar algo nuevo”, aconseja Howard Nitschke, reclutador de la agencia Korn/Ferry International, de Nueva York. “Esa respuesta hace pensar que uno no sabe hacia dónde dirigir sus pasos”.

Mejor explique que sus conocimientos, personalidad y objetivos se adaptan mejor a la actividad nueva, o bien que desea «agregar” a su, experiencia algo que le ayude a alcanzan una meta de más largo plazo.

4. ¿Qué le gustaría estar haciendo dentro de cinco años?

Lo peor que puede sucederle a uno en esta situación es no tener una respuesta, u ofrecer una que sea incompatible con las metas de la compañía. Pero el entrevistador también podría inquietarse si uno da la impresión de que el empleo es sólo «una estación de paso», señala Fred Benson, vicepresidente de asuntos federales en la Weyerhaeuser Co. La empresa puede temer que, si contrata a una persona con tal actitud, esta va a pasar más tiempo maniobrando para acceder a otro puesto que trabajando.

Benson recomienda hacer mención de los objetivos a largo plazo, pero hablar más de los propósitos a corto plazo. Por ejemplo: «Tengo 30 años y me encanta lo que hago. Me gustaría llegar a ser un alto ejecutivo, pero soy consciente de que primero debo aprender otras  cosas. El siguiente paso lógico es el de gerente de división. Voy a explicarle por qué creo que estaré listo para ese puesto dentro de cinco años…»

5. ¿Cuál ha sido su mayor logro?

Susan Gauff, directora de mercadeo y comunicación en la empresa Siemens Rolm Communications, asegura que muchos solicitantes de empleo faltan al responder a esta pregunta. El error más común que cometen es dar cuenta de sus  responsabilidades en vez de hablar de sus logros.

Según Gauff un candidato poco apto para un puesto de director de publicidad hablaría así de un proyecto exitoso: «Escribí el texto, supervisé la fotografía y corregí las pruebas». En cambio, el aspirante idóneo diría: «Primero consideramos la estrategia de ventas de la compañía, luego realizamos un estudio de mercado y finalmente determinamos el beneficio que podríamos obtener».

Esta respuesta, dice Gauff «ofrece el cuadro completo, no sólo los detalles. No es frecuente toparse con personas que se expresen así».

6. ¿Cuáles son sus puntos fuertes?

Como es posible que también le pregunten cuáles son sus puntos débiles, limítese a dar tres ejemplos concretos de sus aptitudes, que resulten, claro está, atractivas para la compañía.

El reclutador de ejecutivos Millington McCoy utiliza una variante de esta pregunta: pide a los solicitantes que, en una escala del uno al diez, califiquen su desempeño en diversas actividades, y expliquen después la razón de dichas calificaciones. Una buena explicación suele ser reflejo de logros pasados: “Siempre me he desempeñado mejor buscando maneras de reducir costos que promoviendo negocios nuevos”.

7. ¿Y sus puntos débiles?

Muchas personas tratan de hablar de sus deficiencias de tal manera que parezcan ventajas. Cuando dicen: “Soy impaciente”, esperan que el entrevistador los considere exigentes. Otro ejemplo: «trabajo tanto, que mi vida familiar se ha visto seriamente afectada». No lo haga. Los entrevistadores están cansados de oír estas respuestas trilladas.

Mejor sea honesto, pero haga hincapié en los pasos que ha dado para corregir sus fallas. Dee Soder recomienda este tipo de respuesta: “En ocasiones no cumplía con los plazos asignados,  pues me interesaba más presentar un trabajo de calidad. Pero ya aprendí a delegar, y el año pasado sólo me retrasé una vez”.

Cuidado: algunos entrevistadores se quedan callados luego de hacer esta pregunta, para que el nervioso aspirante se sienta obligado a llenar el vacío ofreciendo más información. En cuanto haya mencionado uno o dos puntos débiles y haya explicado lo que está haciendo para restarles fuerza,  deje de hablar.

8. ¿Ha tenido algún fracaso importante?

McCoy propone como ejemplo de buena respuesta: “En una ocasión me caí de un caballo, me di cuenta de lo que había hecho mal, volví a montarlo y cabalgué mejor”.

He aquí la peor respuesta: “Creo que he sido afortunado, pues hasta la fecha no he tenido un fracaso”.

Cuando un solicitante afirma esto, “o no está diciendo la verdad, o es una persona poco dada a esforzarse», dice Ronald Davenport, presidente de Sheridan Broadcasting Corporation.

9. ¿Cree que podrá entenderse con su nuevo jefe?

Algunos reclutadores aconsejan esquivar esta pregunta. Gerard Roche propone contestar: «Me concentro en el trabajo y los resultados, y soy lo bastante flexible para trabajar casi con cualquier persona”.

Si la pregunta es más directa, como: “Describa al peor jefe que haya tenido”, dé a entender que hubo un desacuerdo por motivos de trabajo, más nunca un conflicto personal.

10. ¿Qué edad tiene? ¿Cómo anda de salud? ¿Es casado? ¿Tiene hijos?

En algunos países, la ley no permite a los empleadores hacer preguntas como estas. Si así ocurre en el suyo y un entrevistador se las hace, no se enfade ni reclame, a menos que no le interese el empleo. Lo más probable es que él sólo quiera averiguar si usted está dispuesto a viajar o a trabajar tiempo extra.

Recuerde, a la mayoría de los entrevistadores no les importa tanto lo que uno dice sino cómo lo dice. Y no olvide que los errores que se meten fuera de la entrevista formal también se pagan. Gerard Roche recuerda a un individuo que aspiraba a ser director general de una empresa de telecomunicaciones. Fue trasladado al lugar de la entrevista en el jet de la compañía. Mientras con versaba con el piloto, hizo algunos comentarios despectivos sobre la aeronave. «La siguiente persona que viajó en el aparato fue el presidente de la empresa», dice Roche. El piloto le preguntó: “¿Oiga, quién era  ese insolente?” Naturalmente, el boquiflojo no fue contratado.

Si la entrevista tiene lugar en un restaurante, no pida el plato más barato de la carta, aun cuando sea lo que usted apetece, aconseja Leslie  director de comunicaciones  externas de Cap Gemini America. «Podrían no tomarlo en serio u ofrecerle un salario bajo». Pero tampoco cometa el error contrario. «Durante una cena con uno de mis clientes, un solicitante que me acompañaba pidió filete», recuerda Patricia Hoffmeir, de la agencia de colocaciones Gilbert Tweed. «Después de zampárselo, dijo que lamentaba no haber pedido un plato combinado de carne y pescado, así que llamó al camarero y pidió también una langosta”. Pero al menos no hizo algo tan grave como otro aspirante que recurrió a la firma Slayton International, de Chicago. Recuerda Richard Slayton: «Cuando terminamos de cenar, pidió que le pusieran en una bolsa la comida sobrante”.

También es posible recuperarse de una pifia involuntaria. Cuando Fred Benson, de la compañía Weyerhaeuser, solicitó una beca de la Casa Blanca en 1973, tuvo que tomar un vuelo trasatlántico para llegar a tiempo a la entrevista. Al entrar en la sala, con los ojos rojos de sueño por el largo viaje, Io deslumbró el reflejo del sol sobre una mesa de vidrio, y sólo pudo distinguir las siluetas de los allí reunidos. Cuando iba a estrechar la mano del funcionario que presidía la junta, sin querer volcó una jarra de agua sobre las piernas del hombre.

En ese instante perdió la esperanza de que le concedieran la beca. «Creo que ya no podrá sucederme nada peor, así que voy a estar muy relajado durante esta entrevista», dijo. Lo estuvo, y consiguió lo que quería. Hoy ayuda a entrevistar a otros posibles becarios.